Estaba la niña Pipilinita, en su cuarto (que es del tamaño de mi salón de clases) sentada en una sillita, escribiendo en una máquina de escribir; parecía una secretaria. Escribió la palabra muñeca y… vaya sorpresa, junto a ella apareció una muñeca. Ahora, sintió más ganas de escribir; escribió televisor y muy cerca de ella apareció un televisor, escribió carpeta y apareció una carpeta, escribió estante y apareció un estante como de metro y medio, de metal; escribió bicicleta y apareció una bicicleta. Se entusiasmó tanto, que luego escribió computadora y apareció una computadora. Posteriormente escribió libros y aparecieron libros, muchos libros; se preocupó, pero no cesó de escribir, escribió flores y aparecieron muchas flores que lentamente abrieron sus pétalos y comenzaron a ocupar los pocos espacios que quedaban en el cuarto. Pipilinita, a sus 8 años, quiso probar una vez más, y escribió peces, y aparecieron muchos peces, incontables peces, que sumados a todos los otros pedidos de la niña, la ahogaron y para siempre.
Estaba la niña Pipilinita, en su cuarto (que es del tamaño de mi salón de clases) sentada en una sillita, escribiendo en una máquina de escribir; parecía una secretaria. Escribió la palabra muñeca y… vaya sorpresa, junto a ella apareció una muñeca. Ahora, sintió más ganas de escribir; escribió televisor y muy cerca de ella apareció un televisor, escribió carpeta y apareció una carpeta, escribió estante y apareció un estante como de metro y medio, de metal; escribió bicicleta y apareció una bicicleta. Se entusiasmó tanto, que luego escribió computadora y apareció una computadora. Posteriormente escribió libros y aparecieron libros, muchos libros; se preocupó, pero no cesó de escribir, escribió flores y aparecieron muchas flores que lentamente abrieron sus pétalos y comenzaron a ocupar los pocos espacios que quedaban en el cuarto. Pipilinita, a sus 8 años, quiso probar una vez más, y escribió peces, y aparecieron muchos peces, incontables peces, que sumados a todos los otros pedidos de la niña, la ahogaron y para siempre.
//alex
Pipilinita
Autor: Juan Francisco Carrillo Ipanaqué
(4.32/5)
(1492 puntos / 345 votos)
Cuento publicado el 01 de Diciembre de 2011
Estaba la niña Pipilinita, en su cuarto (que es del tamaño de mi salón de clases) sentada en una sillita, escribiendo en una máquina de escribir; parecía una secretaria. Escribió la palabra muñeca y… vaya sorpresa, junto a ella apareció una muñeca. Ahora, sintió más ganas de escribir; escribió televisor y muy cerca de ella apareció un televisor, escribió carpeta y apareció una carpeta, escribió estante y apareció un estante como de metro y medio, de metal; escribió bicicleta y apareció una bicicleta. Se entusiasmó tanto, que luego escribió computadora y apareció una computadora. Posteriormente escribió libros y aparecieron libros, muchos libros; se preocupó, pero no cesó de escribir, escribió flores y aparecieron muchas flores que lentamente abrieron sus pétalos y comenzaron a ocupar los pocos espacios que quedaban en el cuarto. Pipilinita, a sus 8 años, quiso probar una vez más, y escribió peces, y aparecieron muchos peces, incontables peces, que sumados a todos los otros pedidos de la niña, la ahogaron y para siempre.
Estaba la niña Pipilinita, en su cuarto (que es del tamaño de mi salón de clases) sentada en una sillita, escribiendo en una máquina de escribir; parecía una secretaria. Escribió la palabra muñeca y… vaya sorpresa, junto a ella apareció una muñeca. Ahora, sintió más ganas de escribir; escribió televisor y muy cerca de ella apareció un televisor, escribió carpeta y apareció una carpeta, escribió estante y apareció un estante como de metro y medio, de metal; escribió bicicleta y apareció una bicicleta. Se entusiasmó tanto, que luego escribió computadora y apareció una computadora. Posteriormente escribió libros y aparecieron libros, muchos libros; se preocupó, pero no cesó de escribir, escribió flores y aparecieron muchas flores que lentamente abrieron sus pétalos y comenzaron a ocupar los pocos espacios que quedaban en el cuarto. Pipilinita, a sus 8 años, quiso probar una vez más, y escribió peces, y aparecieron muchos peces, incontables peces, que sumados a todos los otros pedidos de la niña, la ahogaron y para siempre.
Otros cuentos fantásticos que seguro que te gustan:
- La ventana rota
- Luz y Oscuridad
- Pipilinita
- El loco y el espantapájaros
- Un Alma en Pena
¿Te ha gustado este cuento? Deja tu comentario más abajo
(Nota: Para poder dejar tu comentario debes estar registrado.Todavía no lo estás? Hazlo en un minuto aquí)
Últimos comentarios sobre este cuento
Fecha: 2017-08-02 10:01:24
Nombre: VIMON
Comentario: Un poco triste...