La garota. Cuentos cortos fantásticos


La garota

Autor: Adriel Torres Navarro

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Cuento publicado el 17 de Abril de 2012


¿Quién sería esa negra que estaba en el velatorio de Eduardo? Bueno, alguna de sus conocidas, que como yo, estaba velando su cuerpo inerte.
Como es típico en los velatorios hablar de las virtudes y noblezas que tenía el difunto, así lo hacíamos nosotros. Con unos compañeros de universidad, nos acordábamos de la afición que Eduardo tenía por la pintura. De inmediato, busqué ese cuadro extraño, pero no estaba, había desaparecido...

A Eduardo nunca le gustó ese cuadro que le fue obsequiado cuando aún podía gozar de la vida. Se lo había enviado su hermano que vivía en Brasil, justo para su cumpleaños Nº 30.
Eduardo era un tipo normal, mi mejor amigo, casi mi hermano. Él era un amante de la pintura, de la buena pintura. Tenía una colección de unas diez copias bien hechas Miguel Ángel, Bolticelli, da Vinci, Van Gogh y Goya; eran su gran tesoro. Sin embargo, desde que llegó a sus manos la pintura que le envió su hermano, no se le vio mayor motivación. Él esperaba "La Venus del Espejo" de Velásquez o algo parecido, pero no una ordinariez como esa, como decía él.
Comencé a notarlo raro, agresivo con respecto al nuevo cuadro. No le gustaba, pero tampoco podía deshacerse de él; la razón nunca la supe, simplemente me decía que no podía separse de ella.
Un día, por asuntos de trabajo, fui a su casa que, por lo demás, hace tiempo no visitaba. Y ahí estaba, colgada al centro del living, en la pared que une los grandes ventanales de su hogar, con el comedor. Debo decir que no me llamó mucho la atención. La pintura era el retrato de una garota un poco desformada, pero pensé que ese era el estilo del artista que la había creado. Tenía algo singular: al igual que "La Gioconda" nos seguía a todas partes con su mirada; era un poco extraño, porque mientras conversábamos ella nos observaba. luego de esta visita, perdí el contacto con él, ya que me encomendaron una nueva labor en mi trabajo que me exigía más dedicación.
Al tiempo después, supe que se había vuelto loco; al menos eso era lo que decía la gente. Me enteré que ya no iba a trabajar ni le dedicaba tiempo a otra de sus actividades favoritas: el tenis. Decidí entonces, volver a visitarlo.

Cuando llegué a su casa, abrió la puerta aterrado, y me decía que hablara bajo, porque "ella" nos podía escuchar.
- ¿Quién es ella? - preguntécon curiosidad, porque yo sabía que Eduardo vivía solo.
- Ella - volvió a decirme - la garota.
- ¿La garota?
- Sí. Ella no quiere que converse con nadie, dice que me ama y quiere que esté sólo con ella.
la verdad, yo no entendía nada, pero él siguió diciéndome:
- Se quiere casar conmigo, o si no me matará - me decía con voz temblorosa y jadeante.
Traté de hacerle una broma para relajarlo un poco y para entender de quién me hablaba. Entonces le dije:
- Conociste a una "minita" y no me habías querido decir nada. En ese momento puso sobre mí una terrible mirada que me llenó de pavor y espanto, y lleno de furia me dijo:
- ¡Me quiere matar! ¡Me quiere matar!
- ¿Quién?
- La negra
- ¿Cuál negra?
- Tú no entiendes nada - me dijo, y me despidió de su casa.
Quedé totalmente perplejo ante aquella escena. Eduardo estaba loco, y yo, su amigo, su hermano, no podía hacer nada por él...
Nunca lo hice, y ahora menos, porque es demasiado tarde...

//alex


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Últimos comentarios sobre este cuento

Fecha: 2012-04-17 04:09:04
Nombre: Carlos Alfonso
Comentario: Simplemente....!BUEN CUENTO CON UN CONTEXTO DE MISTERIO!