No es cuento.
Autor: Xuxo Pereira
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Tan pronto me despertè fuì a buscar a mi abuelo, (èl me cuenta historias y yo tambièn a èl, pero esto no es cuento). Todavìa el abuelo me carga a pesar de que ya peso 33 kilos. Tambièn volamos papagayos y caminamos por la playa buscando conchas bonitas. Me lleva a la biblioteca de Guaraguao y me enseñò a jugar ajedrez. Por eso le cuento todo.
Mi maestra Grislayne dice que soy inteligente, pero yo sè que exagera, lo que pasa es que el abuelo me explica todo. Ayer dijo que el Dinosaurio Rex no fuè el carnìvoro màs grande que existiò. Lo que sì no me creyò mi maestra es que hayan mamìferos que ponen huevos.
Sì es verdad, maestra, mi abuelo me lo dijo. "Espera Jesùs, espera. Despuès hablamos, ¿Quieres?". Hace poco se celebrò la Semana del Ambiente. Lleguè muy cansado del Parque El Agua, que tiene toboganes gigantes donde uno se tira a la piscina. Regresè tan cansado que casi me dormì, pero venìa pensando, despierto y dormido.
Me encontrè de pronto en la Sabana de Guacuco. Èsta es la llanura màs grande de Margarita.Aquì llueve poco, què diferente a mi ciudad natal San Fèlix, Edo. Bolìvar. Los bosques aquì son espinosos, raros, muy bonitos. Hay paraulatas que cantan, cotorras que tienen la boca como el muñeco de Donoso.
Eran mansas esas cotorras. Se quedaban vièndolo a uno y hasta nos insultaban en su idioma, pero mi abuelo me decìa que no les hiciera caso. Los Cristo-fuè muy serios, miraban para acà y para allà. Se parecìan a Joselo. Y un Gavilàn Habado, con su chaqueta militar, se me pareciò al Presidente. No querìa contar esto, pero mi abuelo me dijo que uno to tiene la culpa de lo que sueña.
Las casitas que encontramos todas tenìan un huerto. Habìan dos tuberìas para el agua, iban juntas pero de colores diferentes, verde y rojo. Cada una del grueso de un làpiz. al llegar a la casa, la roja se desviaba hacia la parcela y la verde entraba a las habitaciones. Luego me enterè de que el agua del tubito verde era potable y la del otro tubito era solamente para riego y otros oficios como lavar, bañarse etc. Lo que màs me impresionò fuè que todas las casas, sin faltar ninguna, eran iguales y, tambièn todas tenìan su parcelita sembrada en el patio.
La ducha y el lavadero estaban situadas mas alto que el suelo y sus desagües iban directo a las parcelas. Me dijo mi abuelo que asì se salvavan miles de hectàreas de bosques, ya que cada quien cultivaba en su patio la mayor parte de su consumo.
Tambièn me impresionaron los cultivos sin tierra.Parece mentira pero existen. Abuelo me explicò que muchas plantasSe alimentan sòlo de lo que atrapan del aire y del sol incluyendo vapor de agua y nitrògeno y a nuchas otras se les puede poner el alimento directamente en las raìces, sin nada de tierra. Solo granitos de alimentos, cucharaditas de agua, sol y piedritas para que se agarren las raìces.
Vi en mis sueños que cada casa tenìa el techo negro y plano con cuatro ventiladores encima, uno en cada esquina. Luego me enterè que el techo atrapaba la luz solar y los abanicos atrapaban la brisa, ambos se transforman en corriente elèctrica, la cual bastaba para todo el consumo de cada casa-
El mismo Gobierno instalaba los sistemas y componìan los que se echaban a perder, el dueño de la casa pagaba los aparatos poco a poco, los huertos eran de todos los tamaños, desde la extensiòn de una cancha de bolas criollas hasta grandes extensiones con sistena elèctrico propio. El agua venìa del mar, donde le extraìan la sal tambièn elèctricamente en grandes instalaciones con gigantescos tanques.
Pero no habìa postes ni cables por ninguna parte y se veìan muy coquetas las casas con sus lazos de viento saludàndonos. Yo tambièn lo hice, hasta que se me cansò el brazo.
Miramos motocicletas muy raras por todas partes, eran medianas y pequeñas, todas de tres ruedas y no hacìan ruido ni echaban humo.
Caminamos y caminamos hasta que vimos el mar repleto de bañistas. Màs allà de la playa estaban los tanques como gigantescas sombrillas con sus furiosos ventiladores encima. Sus techos eran enormes, como diez veces màs grandes que los de las casas. negros y planos, pero las paredes laterales estaban pintadas de bellos colores. Sus ventiladores tambièn eran grandìsimos. Aunque los vì muy lejanos, calculè que eran como cuatro veces màs grandes que los de las casas. Los obreros ayudaban a los conductores de los carros y autobuses silenciosos, a sacar la enorme baterìas de los vehìculos y cambiarlas por otras de las muchas que habìan en el edificio. Este cambio lo hacìan muy ràpido ayudados por pequeños montacargas tambièn silenciosos.
Por eso decìa que este relato no es un cuento. Fuè un largo sueño que nos llevò al mar en un paìs fantasìa. Nadie me creerìa, pero mi abuelo y yo lo vivimos. Yo le vì la cara arrugada y sonriente que me pedìa que escribiera todo lo que miràbamos.
Sòlo ahora se los cuento, pero les pido que no se rìan. Sè que es increìble pero en los sueños uno no tiene la culpa.
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