Libre Albedrio
Autor: Roman Adrian Sombra Verdugo
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(“Chuy Pisto se va de parranda”)
† † †
La vida florece en la primavera vital de la tierra. Esta tierra que apenas llega a la adolescencia de su existir. Hace ya mucho tiempo que fue creada, hecha de esencia y materia poco a poco se fue dando el fenómeno de la vida. Desde el primer microorganismo unicelular hasta la mas compleja maquina orgánica corporal. Todo gracias a la obra y gracias de Dios.
Esa es una de tantas explicaciones, la más fácil de aceptar por su compleja simplicidad. De entre tanta vida rebosante surgió una criatura que en esencia semejaba a su creador.
Fue así que surgió el hombre, la primogénita creación racional terrestre. Dios lo dotó de sentido y razón; y entre tanto de un Libre Albedrío. Esto con la finalidad de hacer al hombre la criatura más perfecta jamás creada y puesta sobre éste inerte planeta que poco a poco florecía de vitalidad candente. Pero el ser humano no habito primeramente este planeta. Tuvo la divina gracia de conocer el paraíso. Las dos primeras creaciones humanas de Dios florecieron precisamente en el paraíso creado por El para su propio deleite, como su jardín personal, donde gusta dar cada mañana una caminata disfrutando de la melodía revitalizante que la madre naturaleza le canta al oído; canciones hermosas, entonadas por árboles majestuosos, pájaros maravillosos con cantos igual de magníficos como su plumaje, por causes sonoros de arroyos de aguas mágicas, con todo lo que su infinita gracia e imaginación pudo crear para su deleite personal y de su propio “personal” que cohabitan con el en ese lugar llamado “el cielo”.
Pero desgraciadamente la semilla de la discordia crece hasta en los más empedrados campos de la virtud. Y el corazón humano, dotado de esa gracia divina que es el “entendimiento” y su “juicio de razón” puede ser él más fértil campo sí se le abona de mas con esas sublimes características subjetivas. Fue así que el primer hombre (o mujer, para ser más precisos de acuerdo a las “Sagradas Escrituras”) desobedeció a su creador y los hijos malcriados de Dios fueron severamente castigados.
Cuando El, Dios todopoderoso les prohibió algo tan sencillo como no acercarse ni mucho menos comer del fruto de un árbol tan especial como peligroso, donde crecían frutas con sabor a moral y prejuicios, cuyo efecto devastador era funesto para quien las comiera si no posee una madurez de criterio casi total para poder estar muy por encima de esas quintaesencias llamadas por nosotros como “El Bien y El Mal”. Fue así que una de las dos primeras criaturas humanas, llamada por dios como Eva, inducida por los artificios de una pérfida serpiente parlanchina, comió del fruto prohibido a costillas de su compañero cuyo nombre era Adán; y como Dios todo lo ve y todo oye, se dio cuenta de su falta y actuó de acuerdo a su naturaleza vengativa y los castigo a los dos, aun cuando solo fue uno quien desobedeció.
Su castigo: Vagar por el mundo -su cuna postnatal- con la única protección que su Razón.
Desprotegido contra toda agresión natural, el hombre estaba expuesto a un desenlace mortal por cualquier nimia circunstancia: Un leve cambio de temperatura, una tempestad natural, un ataque de los muchos depredadores naturales –los cuales gracias a esa divina gracia , no fueron dotados del único sustento que los diferenciaba del ser humano: la capacidad de razón, de pensar, de imaginar; sino que cada una de las creaciones divinas fue dotada de alguna singular característica y defensa natural, no solo el instinto, que se supone todo ser vivo posee. Todo lo que podría traer como consecuencia el exterminio y desaparición inminente del hombre sobre la faz de la tierra, pues no contaba con arma o instrumento natural alguno para defenderse de las agresiones y pruebas impuestas por la naturaleza (dictadas, me atrevo a suponer, por Dios mismo; llámese “Destino”) que su propia razón y sus manos. Y aunque carecían de la fuerza necesaria como para enfrentarse cuerpo a cuerpo con algún enorme depredador, por ejemplo, poseía la habilidad y destreza para facilitarse dichos instrumentos que pronto no solo serian la razón de su supervivencia, sino más tarde de su propia destrucción.
Así los hijos de Adán y Eva prosperaron con el tiempo. Lograron crear civilizaciones y Estados. Aprovechando de una manera muy especial esa única oportunidad y defensa, el hombre hizo uso execivo de su razón, con el único fin de sobrevivir. El Libre albedrío trajo como consecuencia inmediata la maldición mortal del hombre, de su propia razón. De su Ego. ¡¿Eso es lo que Dios, el Creador, hubiera deseado de su obra maestra?!
Pasaron siglos, milenios, millones de años para que el hombre poco a poco fuera puliendo a su antojo esa razón –Cabe y es justo dudar, que todo lo que haya hecho haya sido “a su antojo”, pues aparte del dominio divino que siempre se supone sobre los hombros de los humanos, hay otro mas objetivo, absurdo y cruel todavía: El Dominio de un Hombre sobre otro. Entonces por lógica se deduce que nuestro destino fue escrito con sangre que hombres, no ya dioses, derramaron con saña con tal de construir un sistema que les garantizara su bienestar en perjuicio mortal de la gran mayoría que solo es arrastrada hacia un hoyo negro y voraz provocado por la ambición de unos cuantos… Fue gracias a esa ambición, habiéndose olvidado de la necesidad de sobrevivir, pues ahora el Dominio era la meta, que el hombre desarrollo su inteligencia siempre a miras de un tonto objetivo efímero y falaz. Y que aun en nuestros días seguimos incansablemente persiguiendo.
Dios actúa de maneras misteriosas. Es una de tantas humanas explicaciones que los teólogos y clérigos inventaron para ahogar las dudas surgidas del uso de la poca razón critica de la gente común con verdaderas inquietudes y dudas sin respuesta lógica, para que los fieles creyentes crean todo lo que dicen como una gran verdad llena de misticismo.
Pero la obra cumbre de la Divinidad poco a poco iba pudriéndose. La obra suprema de Dios –quien creo al hombre a su “imagen y semejanza” iba corrompiéndose inexorablemente debido a un mal dirigido proceso de razocinio basado en la suprema cualidad humana otorgada por el creador; ese Libre albedrío. La libertad de decidir moralmente, entre lo bueno y lo malo, según los estándares humanos que todo miden con su propia regla.
En una época en que la humanidad se sentía superior a todo lo que le rodeaba y era diferente –incluso a sus propios semejantes; Dios, ese Dios creador y experimentador de sentimientos y deseos, quiso redimir a su propia creación mal lograda. Y para ello hizo uso de otra de sus más grandes creaciones. Engendro directamente a su hijo en un humano. La gracia de Dios se encarnaba ahora en el vientre del ser que en un principio se inclino a la desobediencia haciendo uso de su criterio: un ser humano…una mujer. A quien juzgó su actuar como reprochable y lo aisló del paraíso para que aprendiera su lección. Pero parece que otra vez se equivoco. –Si nos atrevemos a otorgarle ésta gracia por demás humana precisamente al creador de la humanidad. El hombre lejos de aprender la lección, se empecino más en su rebelde actitud. La gracia de decisión libre y espontánea tomo un curso que tal vez contrastaba con lo deseado y querido por su creador. El hombre se destruye así mismo. Se consume y lo consume todo a su paso. Es la peor plaga que se haya cernido sobre este lacerado planeta.
Destruyendo el hombre todo a su paso, Dios decide enviar un emisario para que redima el camino de pecado por él que el hombre insiste en caminar.
Pronto su emisario nacería y vería la luz de un planeta hostil a su existencia. No muy bien visto por algunos ojos escépticos y hasta pérfidos. Este heraldo divino creció y tuvo nombre, como todo lo existente y conocido en el objetivo mundo del hombre en la tierra: se llamo Jesús. Y algunos mas tarde lo llamarían “El Mesías”.
Divulgando por todas partes el mensaje que su padre natural (o sobrenatural, mas propiamente dicho) había enviado para la humanidad. Con apenas escasas tres décadas emprendió un viaje. Su viaje. Lleno de penurias y sufrimientos, no solo físicos, sino aun peor… espirituales. Tuvo que librar una encarnizada y cruel batalla no solo con los obstinados cerebros de las masas ignorantes de gente sin espíritu ni alma, sino que además tuvo que sufrir indescriptible e indeciblemente una desgarrante lucha contra si mismo, contra sus propias Tentaciones, y eso desde luego, hizo aun mas pesada su propia cruz personal.
Predico con el Ejemplo. Pues es bien sabido que los oídos humanos no tienen entrada para las verdades, y que las palabras fueron creadas solo para expresar necesidades y no verdades eternas. Así su campaña, lejos de ser placentera y revitalizadora espiritualmente, fue un constante martirio involuntario. Jesús nunca puso resistencia ante el mandato divino de la Redención humana; él no caería en el mismo error que sus primeros hermanos humanos: Adán y Eva. El no desobedecería una orden directa que salio del más profundo rincón de la divinidad inspirada en el amor.
Hizo lo que tenia que hacer: Se sacrifico, se inmolo por una petición hecha por su superior. Como todo buen soldado obedece una orden directa sin titubear. Trató de hacer recapacitar a la humanidad de su error. En lugar de ganarse la confianza y la fe de millones de personas concientes y sumisas, solo obtuvo el beneficio de la abyección de solo unos cuantos sujetos que pronto se convertirían en su sequito personal, y lo seguirían hasta el fin del mundo de ser necesario.
Más ese fue su error. La humanidad es mas ciega de lo que Dios mismo pensó. ¿Otra vez se equivoco o sabía exactamente el resultado de tal empresa? Pues es lo que se supondría de un ser omnipotente que todo lo ve y todo lo sabe.
Jesús murió en el más ignominioso sacrificio supremo. Fue asesinado por los hombres a quienes pretendía salvar de su perdición eterna. Lo crucificaron, al final de una larga caminata en la que tuvo que cargar una enorme y pesada cruz de la madera más maciza y pesada… La cruz que representaba los pecados de la humanidad. Una horrible y detestable cruz de vergüenza, odio y sufrimiento humano. Todo nuestro odio hacia lo divino se represento en esa detestable cruz. Y mientras cargaba con lo peor de la humanidad, le llovían latigazos, piedras e insultos prodigados por la muchedumbre que lo veía como un ser detestable y vengativo. Daba miedo en lugar de coraje. Rabia en lugar de lastima. Así de ciego es nuestro corazón.
Han pasado ya mas de Dos Mil años desde aquel cobarde sacrificio; y nada a cambiado (en esencia). El hombre sigue neciamente empecinado en su actitud destructora. Ciegamente se destruye a si mismo y a todo lo que le rodea, a un paso que parece que tiene prisa por destruirse…Eso ni Dios lo pudo evitar.
¿Es acaso, ese el resultado previsto por Dios en su regalo a la humanidad? O ¿Quiso experimentar poniendo un poco de esa gracia divina en un corazón que aun no alcanza a comprender la magnificencia de su propia creación?
Jesús, el “Mesías”…Cristo, decidió aceptar la petición hecha por su creador, acepto cargar con el peso inmensurable de todos los pecados de la humanidad sobre sus debilitados y cansados hombros. Y por sí no fuera poco, el recipiente receptor de los pecados humanos en la balanza divina siguió recibiendo peso cada vez mayor con el paso del tiempo. Los pecados de la humanidad recién salida del cascaron no se comparan a los pecados que una humanidad curtida de malicia a través de los siglos puede cometer. La humanidad día a día encuentra nuevas y más excéntricas maneras de pecar, de destruir, de degradar, no solo a sus semejantes, sino como siempre ha sido, a todo lo que le rodea. Aire, tierra, mar, y recientemente el espacio exterior, fuera de nuestro planeta.
Como una gigantesca letrina la cual contiene los desperdicios en forma de pecados de una indigestada humanidad, poco a poco se va llenando su contenedor de excrementos al punto del derramamiento. La braza candente de los pecados del hombre poco a poco incendia y carcome todo lo que toca. Devora todo, no solo la vida, sino la dignidad y hasta la razón.
Y el pobre individuo inmolado por la persistencia divina de querer salvar su obra, sigue recibiendo pesos incontenibles sobre sus desgastados músculos etéreos y espirituales. No le vasto a Dios ver morir a su hijo primogénito en la cruz, sino que todavía lo resucito para que siga cargando con el cargamento infinito de pecados humanos.
Se dice que la fuerza y el Amor de Dios es infinito. De Dios… Pero ¿y su hijo? ¿Tendrá la misma fuerza de voluntad y de amor en su espíritu? El hombre como hijo y creación de Dios dejo de tener la cualidad de tener todo en cantidades infinitas, de hecho nunca la tuvo, no es esa su naturaleza. Ahora nada en el universo del hombre es infinito. Mas su propia imaginación quedo limitada por el constante desgaste anímico a través de los siglos. Así pues, es de suponerse que las fuerzas y hasta la propia voluntad del hijo de Dios tenga un cierto límite, muy superior a todo lo humanamente conocido, pero con un límite.
Desde la cumbre celestial, sentado a la derecha de su padre, el Creador, Dios. Jesús ahora yace apreciando como su carga se hace más insoportable, mientras las criaturas que él mismo quiso defender y por las cuales dio todo lo que tenia en el mundo, se mecen indiferentes en el vaivén del destino. Van y vienen por todos lados, infectando todo lo que tocan con su gracia rancia. Con la única idea de hacer de su vida un mero cúmulo de satisfacciones y deseos cumplidos. No importa que para ello tengan que pecar.
Sobre éste panorama el peso de la cruz cargada por el emisario divino se hace más grande, cada vez mayor, más quemante y más doloroso, más lascivo y corrosivo… Más agónico e insoportable. Cargado de tantos pecados es lógico pensar que dada la cercanía y la dispocisión del alma a juzgar a su conveniencia, en relación directa y constante con tantas tentaciones, con tantas delicias y dolores jamas sentidos, jamas deseados, jamas permitidos. Tarde o temprano hasta la razón más centrada e inamovible sucumbiría ante alguna tentación.
¿Es tarde ya para desobedecer? ¿Ya paso el tiempo en el que él, dotado de la misma esencia que los hombres, pudiera segur el mismo sendero lúdico, libre y espontáneo que el hombre común y corriente descubrió en el laberinto de la mortalidad terrenal? ¿Es posible que le sea permitido tan solo un instante disfrutar y sentir en carne propia, los estragos y delicias de los pecados del alma y del cuerpo? ¿Tendrá la suficiente fuerza de voluntad para ello? ¿Para desobedecer? Por que efectivamente su fuerza de voluntad es mucho muy mayor a la de cualquier ser humano común por mas santo y abstemio que sea. Ningún humano hubiera voluntariamente aceptado y aguantado lo que ésta criatura de Dios soporto durante tanto tiempo. Y ahora casi en el olvido ve la posibilidad de que su sacrificio no haya tenido ningún sentido, de que haya sido en vano.
Blasfemos pensamientos surgen del espíritu más santo y más puro jamas creado por Dios mismo. La obra maestra de un alfarero que no sabia muy bien su oficio se esta resquebrajando debido a la falta de atención y de cuidado. Hasta la manzana más noble y sana se pudre cuando entra en contacto con otra manzana podrida. La semilla de la discordia empieza a surgir en un terreno aparentemente estéril para ello. ¿Un milagro tal vez? Pues los milagros siempre suponen la realización de algo lógicamente imposible.
Con estas ideas y sensaciones rondando por el corazón y el alma del receptor de pecados mas grande del universo que Dios con su infinito poder pudo concebir, poco a poco ese mismo contenedor va derramándose, se va llenando y empieza a ensuciar la capa exterior de la corteza espiritual que lo resguarda.
Hasta que un día ese contenedor insaciable e indestructible en apariencia, se rompe.
Una vez más la calamidad humana se antepone a los deseos divinos. Empapado por el pegajoso e impregnante olor a pecado, Jesús, el hijo primogénito de Dios, es salpicado por ese frió y calcinador efecto de un baño podrido de pecados. Despierta de su letargo infinito, abre los ojos con una nueva visión en su espíritu. EL espíritu que alguna vez reboso de pureza y grandeza, ahora yace salpicado por el corrosivo efecto de los pecados humanos. Algo se le tuvo que impregnar para que después de tanto tiempo de tortura sin igual, de una agonía a la que abyectamente acepto como la única posibilidad de salvación, de redención, de perdón y purificación del mas grande experimento divino que poco a poco se acerca inexorablemente a su fin y fracaso; todo para que después de todo ese tiempo pudiera por fin ejercer a su antojo esa suprema facultad de la cual él también fue dotado desde el momento de su creación. Por fin, desde que tuvo conciencia de su existir, Jesús pone en práctica la única diferencia que distingue la vida de la muerte, la razón de la ignorancia, la salvación de la perdición: La facultad de dedición, el Libre y Supremo Albedrío. Regalo y maldición que pesa sobre los hombres que no alcanzan a comprender su uso.
Habiendo conocido y aceptado, vivido y adorado la pureza del espíritu, la grandeza de la perfección, Jesús decide ahora probar algo un tanto diferente… Experimentar como lo hizo su padre. Simplemente experimentar.
Decide entonces, hacer a un lado su carga para disfrutar de la liviandad de su desocupado existir. Decide dar por un rato la contra a su creador, como todo hijo en la tierra hace alguna vez con su padre.
Impregnado de humanidad, Jesús decidió dejar su cruz a un lado, la cual contenía el peso de todos los pecados humanos cometidos a través de los tiempos, desde su muerte y resurrección hasta nuestros días; para conocer por si mismo la trascendencia de las acciones propias de los humanos.
El cargo por un largo tiempo pecados y culpas que no le pertenecían, soporto dolores y pesares que no le concernían, aguanto humillaciones y vejaciones jamás concebidas por la bondad divina, toleró ignominias y perfidias de todo tipo. Sin ni siquiera dar un solo quejido por ello. Soporto suprema y dignamente un peso que no le correspondía soportar. Pero ya paso mucho tiempo y su sacrificio parece no dar resultados. Entonces ¿Qué mas da sí un día, tan solo uno, el mismo disfrutase de todo lo que le fue negado, precisamente por considerarlo peligroso y destructor. Pero la destrucción parece inminente y solo queda lo vivido. Las cuentas podrán ser cobradas después, primero hay que gastar todas las posibilidades para conocer mejor el camino que lleva a la solución; esta vez prefiere pedir disculpas que pedir permiso…
¿Qué caso tiene que él soporte todo lo humanamente conocido si no lo conoce por experiencia propia, sí nunca lo ha sentido directamente, en persona. Cuando el caminó entre nosotros se abstuvo orgullosamente de toda tentación, soporto incluso las tentaciones del mismo Tentador y las esquivo de la manera mas impresionante y noble, humilde y poderosa.
Pero ahora ve las cosas con otro enfoque, con otros ojos, que hace uso real de esa facultad suprema…entiende de una manera diferente su realidad, su percepción ha cambiado, sus metas también. Ya no solo la acepta, si no que quiere y desea fervientemente ser participe de ella.
Con esta idea encarnándose solidamente en su pensamiento, Jesús abandona el pináculo reservado a su martirio y estancia. Decide empezar una nueva vida, donde sea el quien sufra las consecuencias de sus propios pecados y no sufrir por las consecuencias de pecados ajenos y lejanos. Intenta redimir su propia existencia haciendo uso de la mayor gracia dada por Dios a todos los seres vivos dotados de cierta “inteligencia”. Se dispone a vivir una vida…Su vida.
Novato en estas cuestiones, Jesús decide como primera decisión libre, de su nueva existencia, dar el primer paso en su innovador plan de vida. Haciendo uso de la esencia misma de Dios, esto es, el Amor y el Perdón.. y todo eso, Jesús decide olvidar todas las diferencias que dividen la existencia en este y todos los mundos. Entiende que a veces las diferencias son necesarias, pero en muchas de las ocasiones, cuando no se entienden ni aceptan, solo sirven de pretexto para crear hostilidades en todas las inteligencias que logran entender mas o menos sus diferencias pero no así aceptarlas e incluso a rechazarlas. Por deducción llego a la conclusión axiomática que para la mayoría de los seres humanos, faltos todavía de la conciencia necesaria para su evolución siguiente, las diferencias solo sirven para enaltecer el ego de unos cuantos que se creen superiores y que en su arrogancia blasfema arrastran el destino del planeta completo a un agujero lleno de pesadez y sufrimiento del que una vez adentro, será imposible pretender salir, pues ya será demasiado tarde, irremediable el daño causado por la inconciencia humana. Es por eso que en su nueva perspectiva, Jesús pretende limar todas las asperezas y diferencias empezando por aquel que en esencia difiere de el, y que por lo tanto, tiempos atrás, fue considerado su enemigo. Mas eso fue en el pasado, pues hoy todo es diferente, lo que fue fue, el pasado quedo atrás, ahora solo importa el presente.
Jesús se dirige a la puerta a la cual jamás hubiera pensado tocar voluntariamente para hacer lo que desea hacer. Jesús toca a las puertas de su adversario jurado y natural: El Diablo, Satanás, Lucifer.
Desde tiempo inmemorial estos dos sujetos tuvieron sus diferencias. Creados por las mismas manos, con la misma esencia, a uno le dio por desertar mientras que al otro lo mandaron a inmolar. Destinos totalmente diferentes que hicieron que las diferencias no fueran ya aceptables entre si, y al ser tan opuestas como el día y la noche fue así que se creo esa extraña y maldita quimera de la noción del “Bien y el Mal”. La moral humana se sustenta entre estos dos bandos, pues al ser expulsado del paraíso, Lucifer con el resto de su divino poder logro crear a base de odio (una especie de amor revertido) lo que ahora se conoce como el Infierno. El lugar donde los pecadores encuentran su hogar, pues en su corazón llevan la marca del pecado con la cual imposible su entrada al paraíso será, hasta que no se hayan purificado con el calor abrasador del fuego infernal, del cual la mayoría de almas, jamás saldrá.
Jesús sabe que Lucifer aun sigue disgustado desde la ultima riña familiar y por la decisión que su común creador tomo al respecto cuando en su ángel predilecto surgió la carcoma de la duda hacia la voluntad divina, al enterarse de que un simple ser humano seria el portador de la “buena nueva” a su recién creado experimento viviente, y que seria un humano y no un ángel el mensajero divino portador del mas grande amor, lo cual hirió de alguna manera el más profundo orgullo angelical –característica también surgida a partir de esa suprema gracia divina con la cual doto Dios a todos los seres inteligentes. Y como un niño chiquillo que por sus reproches y berrinches es castigado, Lucifer fue condenado a la eterna soledad. Dios es tan egocéntrico que no permite un solo reproche en su contra, pues a cualquier síntoma de estos, prepara un castigo o una penitencia. Ósea, por desobedecerlo e incluso (dicen por ahí) por soberbio, púes su ego creció tanto que pretendió ser él un igual a su propio creador, pero estas son solo habladurías de gente ociosa, fue que Lucifer fue castigado y condenado a la nada; sea cual haya sido la causa de tal distanciamiento, hoy ya no importa.
Ahora, dominado por el natural y tan humano sentimiento de venganza, Satanás, el Enemigo, espera impasible la hora del juicio final, en el que se pondrán las cuentas sobre la mesa y cada quien pagara por sus pecados.
Jesús no ignora esto, esta perfectamente conciente de ello, pero sabe que la única forma de salvación es el perdón; esto lo aprendió en su vida anterior, lo puso en práctica, pero no funciono como esperaba. Mas esta vez no viene a perdonar, sino a Invitar. Jesús esta ansioso de vivir y quiere contagiar de esa vitalidad al corazón mas negro y muerto que puede existir.
Ignora las consecuencias de su actuar, pues como toda decisión basada en un juicio subjetivo, se ignora el alcance de los resultados que pueda arrojar a largo o corto plazo, cuando nunca hubo otra acción similar.
Vuelve a llamar a las puertas del infierno que rebosa de sufrimiento y agonías eternas, y que el, él hijo del ser mas empatico del universo puede sentirlo casi en carne propia… Nada que no hubiera conocido antes.
…La puerta se abre y es ni más ni menos que el hermano mayor de la familia celestial quien abre las puertas al inesperado visitante noctámbulo.
-¡Pero que sorpresa! Exclama impávido Lucifer al ver del otro lado del umbral, la humanidad de su jurado enemigo. -¿A que debemos el honor de esta inesperada visita…hermano? Concluyo.
Sin más reparos que el soltar la verdad de su estancia en ese hostil paraje, Jesús vocifera:
-Te vengo a invitar a una fiesta. Una fiesta de jubilosa alegría sin fin, en el cual no habrá reparos en los deseos y sentimientos. La fiesta que nos fue negadas debido a nuestra condición celestial que supone siempre vulgar e inferior las diversiones terrenales existentes… ¿Qué dices?... ¿Vamos?
La sorpresa que abordo al propio Tentador por la sola idea de ser tentado en su propio terreno es tal vez inferior a la inesperada respuesta que dio:
-¡Pos Órale!, grito. –Estaba ya aburrido de este suplicio… Y además conozco un lugar en la tierra especial para esta ocasión… Un poco de diversión no vendría mal, incluso para dos enemigos… ¿O seria mejor decir para dos sujetos cuyos intereses parecen axiomáticamente divergir?
-No vengo a hacer más grande ese abismo existente entre los dos que nos separa, sino simple y sencillamente quiero divertirme, como solo es posible cuando se goza de una efímera existencia como la de los hombres. ¿Es eso mucho pedir para ambos? Interrumpe Jesús.
-¡Claro que no! –exclamo Satán. –No se diga mas, ¡Vamos! ¡Sígueme! ¡Vamos a divertirnos!
Fue así que después de tanto tiempo de existir en un inminente olvido, y de una eterna rivalidad sin sentido, estos dos sujetos, tan diferentes entre si, pero con cosas en común, ahora se unen con el único fin capaz de redimir por completo el pérfido espíritu separatista que divide a las especies “inteligentes” del universo: DIVERTIRSE.
† † †
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Últimos comentarios sobre este cuento
Nombre: pipilonstoki
Comentario: eso fue muy
ABURIDOOOOOOOOOOOOOOOO
Fecha: 2009-11-08 07:01:25
Nombre: orlando
Comentario: ¡AAUUHHHHHHMMMM!lo que sigue de aburrido....
Fecha: 2009-09-25 15:46:03
Nombre: César Muñoz
Comentario: Graa-aacias. Pero me queda una duda Martica: "más mediocre" es... "¿más bueno?" o "¿más malo?".
Fecha: 2009-09-16 05:51:05
Nombre: marta rivas
Comentario: Efectivamente, este cuento es uno de los peores que leà en mi vida... pero, el comentario de César Muñoz es más mediocre aún.
Fecha: 2009-09-11 21:55:32
Nombre: César Muñoz
Comentario: Román crea una mescolanza mÃstico-religiosa con algunas reflexiones interesantes. El suplicio de leer este lamentablemente largo "cuento", quizás se compense con su manifiesta buena intención... pero eso no basta. Debe tener cuidado por lo menos con la ortografÃa. Su deficiencia le sustrae seriedad a un relato donde emplea las mayúsculas a su arbitrio pero se las niega a Dios y acentúa de la manera más graciosa. Cuida eso Román. No es justo que dañes tu reflexión (que no cuento, cometiendo hasta ¡dos errores en una misma palabra!. Me siento pues, obligado a bajarte de la (hasta ahora) perfecta puntuación que llevas.