Veintiun años y tres dias. Cuentos cortos fantásticos


Veintiun años y tres dias

Autor: Ingrid Juliana Escobar

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Cuento publicado el 25 de Septiembre de 2009


No se que día es hoy y tampoco sabré que día será mañana, lo que sí sé, es que después de mi cumpleaños numero 21 podré revivir los mejores momentos de mi vida en 3 días. Ya que la extraña situación en la que ahora me encuentro no me deja hablar de mi como un “yo” entonces hablare de mi como un “alguien”. Su nombre es Roma o Romi para los que realmente la conocieron.


El segundo miércoles de ese mes, de ese año a las tres de la tarde, le celebran el cumpleaños número veintiuno a Romi. Fingidamente se sorprende del acostumbrado festejo preparado por sus padres. Lo que hacia diferente este cumpleaños era que por primera vez en mucho tiempo sintió la cruda soledad que la embargaba. Pasó esa noche perseguida por una cantidad de reproches que le balbuceaban al oído. Voces a las cuales les preguntaba el por que de la ausencia de recuerdos y sensaciones. Los balbuceos solo la llevaron a un sitio, el patio arenoso de la casa. Allí desenterró todo su pasado, canciones, dibujos, fotografías, empaques y una muñeca. Eso fue como un golpe mortal a la memoria, pues todo lo que esos elementos representaban había perdido su relevancia hasta ese momento en que las volvió a ver.

Día uno. Romi abre sus ojos apenas el sol toca las sabanas que la envuelven. Su mirada se detiene en las tantas cosas esparcidas en el suelo, en una especialmente la muñeca de trapo sucia y sin un ojo. La agarra con extrañeza esperando que su mente le muestre los recuerdos que en ella se encuentran. En ese instante Romi es transportada a un frío lunes de octubre y desde el parque observa la escena. Es ella con unos ocho años, corriendo despavorida. Lleva la muñeca en sus manos y tras ella viene otra niña, Sam su mejor amiga. Las dos niñas se detienen detrás de un edificio, Romi llora desesperada y grita a su amiga. – ¡Aléjate de mí, no me toques, te odio! –. – Yo creí que no te importaba si jugaba con ella…pues tú elegiste a Camila –. – ¡Vete! – grita Romi. En ese momento empiezan a caer grandes gotas de agua. Sam le pide a su amiga ir a cubrirse de la lluvia, le preocupa que enferme pues siempre ha sido una niña muy débil. Romi testaruda y temblando dice, – no importa, mejor si enfermo pues moriría y no tendría que verte más…–. La lluvia se hace muy fuerte y las niñas lucen como miles de gotas que se juntaron para armar un cuerpo. Sam se acerca a su amiga la abraza y le secretea, – me quedo aquí y enfermo contigo, morimos juntas y seguro me veras donde quiera que vayas…niña tonta –. El cuerpo tembloroso de Romi no la deja hacer mucho, pero no puede evitar expandir una gran sonrisa que expone su derrota. Y así, abrazada a su amiga, quien la protege como un tesoro, corren a resguardarse de la mágica lluvia. Cuando los ojos de Romi se abren, se encuentra frente a una casa no conocida y de ella sale una adulta Sam acompañada de una niña igual a la Sam de su recuerdo. Romi se abalanza sobre Sam pidiendo perdón por aquel día lluvioso y por su ausencia en los momentos más importantes de su vida. Sam con un par de lágrimas en sus ojos y una sonrisa le pide que entren y platiquen. Romi ríe y le entrega la muñeca a la niña. Luego se desvanece entre la multitud que pasaba.


Dia 2. Son las seis de la tarde y una cansada Romi observa los casquillos de un arma que amenaza con dispararle de nuevo (un disco). Toma aquel disco para escucharlo y al son de una guitarra flamenca sus ojos húmedos se cerraron. Al abrirlos se encontraba en una calurosa noche de agosto. Con su aparente corazón latiendo a mil, no necesita rebuscar en su mente pistas para saber donde se encuentra. La escena es completa. Una Romi con tal vez quince años, parada cerca a una ventana con los ojos cerrados esperando que un pajarito le muestre como volar. La Romi espectadora sonríe. En ese instante su cuerpo se eleva recordándole lo que se sintió volar por primera vez, fue mágico. Al tocar el suelo, nota que este es empedrado. Ahora se encuentra frente a una alberca alumbrada por la luna y apunto de ser irrumpida con los juegos y bramidos de dos traviesos. Ella corre alrededor de la alberca, intentando huir de un destino muy mojado, – ¡por favor no lo hagas…déjame quitar el pantalón por lo menos! –. – Esta bien, puedes quitártelo –. Segundos después solo se escuchan sus gritos. La Romi espectadora, mojada y temblorosa recuerda esa primera vez que la tumbaron al agua con todo y ropa. Tal vez jamás se había reído ni enfurecido tanto al mismo tiempo. Y al compás de la guitarra, su piel revive los recuerdos de esas tantas primeras veces en las que el tiempo se detuvo para que disfrutara de las sensaciones mas maravillosas y fantásticas que solo pudo vivir con esa persona que tanto se ama.

Los impresionantes ojos negros de Romi se llenan de lágrimas. Un frío inconfundible de su pasado la envuelve, haciéndole entender el porque no debe dejar que los dolorosos momentos que vivió entierren a esos que la hicieron sentir mas viva que nunca. Al llegar a la puerta de un lugar al que creyó jamás volver, con su corazón por salir disparado, ve abrirse la puerta y cobarde se esconde para ver a su primer y último instructor de vuelo salir más sonriente que nunca agarrando en su mano al hermoso ente que lo complementa. Una dama que lo hace feliz. Ella solo puede dar por concluido su asunto pendiente. Con el corazón suspendido respira profundo y recuerda las únicas palabras que la aliviaron cuando mas cerca se encontró de un triste final. Así empieza el día 3.

“Imagina que estoy en este momento allá, te doy un fuerte abrazo bien calientito y mientras te abrazo tu cierras los ojos y exactos dos segundos después te digo: yo se que tu vas a triunfar y que todo lo que tu quieras ser…serás.” Y con esas palabras en su oído no tuvo mas razones para flaquear. El frío abandonó su cuerpo para dejar pasar a ese abrazo calido proporcionado por ese ser que jamás le soltaría la mano mientras caminaran entre sombras. Y para el final de este día su ángel de paz se la lleva a un lugar donde no necesita saber que día paso o cual viene pues esos días para Romi terminaron.

//alex


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