Un Nuevo Mercado
Autor: Onofre Castells
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-Leyendo el informe de Vioux, ¿verdad?
Jôao Costa alzó la vista y observó a su colega Marchetti que, de pie frente a él y vestido con sus típicos colores estridentes: corbata amarilla, camisa azul y americana verde, esperaba una respuesta. Marchetti era un italiano de treinta años, con una carrera prometedora en el CTOI a pesar de sus gustos a la hora de elegir los colores de sus prendas y de ser un mujeriego empedernido.
-Todavía me cuesta creerlo -respondió Jôao Costa, llevándose las manos a la nunca.
Marchetti movió la cabeza afirmativamente; sabía el tiempo y los recursos que había dedicado el jefe de operaciones en la persecución de Vioux.
-¿Vamos al pub? Es tarde. Te invito -dijo Marchetti, abriendo una ventana para airear el despacho.
El jefe de operaciones apagó el cigarrillo en el cenicero repleto de colillas que tenía sobre la mesa y se levantó.
-Eso te matará -indicó Marchetti, señalando las colillas amontonadas en el cenicero-, deberías dejarlo.
-A mí edad lo que debería hacer es dejar de trabajar.
-Todavía te queda mucho para eso.
-Entonces seguiré fumando -respondió el jefe de operaciones con una sonrisa postiza.
Anna Vioux entró bruscamente en el despacho, antaño de su padre, y encontró allí a su hermano gemelo Andree tomando unas notas. Lo escrutó con una mirada gélida y se preguntó a quién estaba viendo. ¿Qué le pasaba a su hermano? Desde la muerte del padre, Andree se había transformado; dejó la carrera de abogacía y ahora estaba a cargo del sucio negocio del tráfico de órganos. ¿Cómo podía Andree hacer tal cosa? ¡Él nunca había aprobado los malditos negocios de su padre! ¡Siempre se había mantenido alejado de ese mundo!
-¿Quién eres? -preguntó Anna, golpeando la mesa del despacho repentinamente.
Andree se repantigó detrás de la mesa y emitió una sonrisa maliciosa, negando con la cabeza.
-¿A caso no me reconoces?
-Veo a mi hermano, pero siento que no es él.
Ambos hermanos se miraron en silencio. Ella de pie, con el rostro lívido, entornaba los ojos, intentando descubrir lo que ocultaba Andree. Él, con la mirada aviesa y taimada, se acomodaba en el sillón y dejaba reposar sus pies sobre la mesa.
-¿Por qué haces esto? Antes de la muerte de nuestro padre, habías rechazado entrar en la organización, siempre decías que el negocio de tráfico de órganos iba en contra de la dignidad humana. Y ahora...has heredado esta basura y has tomado el mando.
-Hermanita, las cosas cambian. He abierto los ojos y tomaré lo que es mío. Hay ricos que pagan para salvarse; a cambio mueren los pobres; es ley de vida: los fuertes sobreviven, los débiles mueren. Y tú eres como nuestro padre, pero todavía no lo has descubierto. Has intentado mantenerte alejada de todo esto, pero has sido fiel a la organización; nunca has desvelado a la policía nada de lo que sabes y por eso te admiro. Yo fui débil y pensé que tenía que revelar la verdad; estaba dispuesto a entregar a nuestro padre a la justicia. Pero me doy cuenta de mi error; y ahora voy a hacer lo que nuestro padre hubiera querido que hiciera.
Andree siguió con sus anotaciones, haciendo caso omiso de la presencia de su hermana, la cual fijó la mirada en la escritura que Andree plasmaba sobre el papel y quedó petrificada.
-¡Tú no eres mi hermano!
Anna huyó del despacho con las lágrimas recorriendo sus mejillas. Un miedo angustioso invadió todo su ser. Salió de la mansión y subió al coche temblando. El motor rugió y tomó el camino que atravesaba los campos de viñedos que rodeaban la mansión a toda velocidad, como si el diablo la persiguiera.
Eran las tres de la mañana y no podía dormir. «Cada vez duermo menos, me estoy haciendo viejo», pensó mientras, tumbado en la cama, tragaba el humo del cigarrillo que acababa de encender. En ese instante el teléfono sonó:
-Hola Jôao, perdona que te despierte, pero ha sucedido algo que debes saber.
-Dime Marchetti, ¿vas a contarme tu última conquista? ¿Era un esquizofrénica y te ha dado un susto de muerte y has huido de su cama dejando tu ropa multicolor en su habitación?
-Como veo que estás bien despierto, no voy a andarme con rodeos; La hija de Vioux ha intentado matar a su hermano. Esta madrugada ha irrumpido en su mansión y le ha pegado un tiro. La bala no ha afectado ningún órgano vital de Andree Vioux, por lo que los médicos dicen que su vida no corre peligro.
-Vaya, ¿y se sabe por qué la hija de Vioux ha intentado matar a su hermano?
-Es muy extraño, pero ella está como loca; dice que ha disparado a su padre; que su hermano está muerto y que el padre ha poseído el cuerpo de su hijo. Está como una chota, si me permites la expresión.
-Ummm...desde luego debe estarlo para decir tales barbaridades. Es probable que esa chica sufra un problema psicológico o esté bajo los efectos de alguna droga. ¿Alguna cosa más que deba saber?
-Por ahora nada más, no hemos descubierto ningún movimiento extraño de Andree Marchetti; sigue dentro de la legalidad y no podemos acusarlo de nada.
-Debemos tener paciencia y esperar a que cometa un error para cazarlo. Ese muchacho es joven e inexperto.
La tos de Jôao Costa interrumpió la conversación.
-Deja de fumar Jôao, seguro que tienes un cigarrillo prendido ahora mismo.
-Tu clarividencia es sorprendente. Espero que mañana la utilices para interrogar a la hija de Vioux.
-Lo intentaré.
-Buenas noches.
-Buenas noches.
No sirvió de nada. El interrogatorio fue una pérdida de tiempo para el CTOI; Anna Vioux estaba enferma. Y así lo confirmaron más tarde los exámenes médicos: sufría una paranoia que constituía un peligro para ella y para los demás, por lo que sería necesario ingresarla en un centro psiquiátrico. Jôao Costa movió la cabeza con un gesto de tedio tras el interrogatorio, puesto que se daba cuenta que no podía obtener ninguna información fiable y segura de Anna Vioux. Salió de la sala de interrogatorios y encendió un cigarrillo. Marchetti a su lado dijo: «todas las guapas están locas». Jôao Costa torció la boca, el comentario de su colega no tenía ninguna gracia.
-Los tiempos están cambiando y estoy demasiado viejo, tengo que dejar esta mierda.
-¿Te refieres al tabaco? -inquirió Marchetti.
-No, me refiero a este trabajo. Estoy cansado.
En aquel instante salía Anna Vioux de la sala escoltada por dos policías. La mirada de horror que reflejaban sus ojos afectó de sobremanera a Jôao.
-¿A qué te refieres con que los tiempos están cambiando? -preguntó Marchetti, cuando Anna Vioux desapareció tras una puerta.
Jôao Costa sacó un cigarrillo y lo miró pensativo.
-El mercado del tráfico de órganos humanos se ha globalizado de una forma alarmante; tan solo con entrar en Internet puedes contactar con brókers que organizan viajes para realizar operaciones en diferentes países. En sus páginas anuncian tarifas escalofriantes: un trasplante de riñón por 125.000 dólares, corazón por 250.000 dólares, etc... El mercado ilegal de órganos ha aumentado de tal manera en los últimos años que me pregunto si sirve de algo lo que hacemos. Y también me pregunto: ¿qué nos depara el futuro?
-El futuro es incierto -indicó Marchetti.
-Así es -confirmó Jôao Costa.
Un año después de que Anna Vioux fuera ingresada en el psiquiátrico, los doctores accedieron a que su hermano la visitara. La sala era pequeña pero acogedora. La puerta se abrió y Anna, sentada tras una mesa, vio a su hermano en el vano. Ambos cruzaron sus miradas y Andree fue el primero en hablar.
-Tienes muy buen aspecto, hermana.
-No me llames hermana, pues tanto tú como yo sabemos que no eres Andree.
El aludido sonrió, mostró sus dientes blancos, atusó su cabello oscuro, tomó una silla y se sentó frente a ella. Anna, con el rostro empalidecido y su pelo negro cubriendo parcialmente su bello rostro, lo observó en silencio.
-¿Sigues pensando que soy tu padre?
Anna movió los labios, parecían intentar mostrar una leve sonrisa.
-No pienso que seas mi padre; sé que eres mi padre en el cuerpo de mi hermano. Has matado a mi hermano; a tu hijo.
-Tu hermano era un hombre débil, falto de carácter e irresoluto; por lo que decidí solventar el asunto.
-¿Solventar el asunto? Asesinar a tu propio hijo lo llamas “solventar el asunto”; eres despiadado y malvado. Siempre has sido así.
El padre de Anna, confirmó las palabras de su hija con un movimiento afirmativo de cabeza.
-Me quedaba poco más de seis meses de vida debido a un tumor cerebral y tu hermano no solo estaba dispuesto a no continuar con el negocio, sino que quería denunciarme a la CTOI con pruebas que había obtenido gracias a mi excesiva confianza. Tú en cambio, te has mantenido siempre al margen de mis asuntos, y por eso te admiro y respeto. Pero tenía que hacer algo con tu hermano, se estaba convirtiendo en un peligro para la organización y yo tenía que tomar una decisión respecto a mí vida; quería seguir viviendo. Nuestros clientes salvan la vida gracias a un órgano, pero yo no podía salvar la mía de esa forma. Así que decidí arriesgarme y probar un sistema, todavía experimental, consistente en una transmisión mental de mi cerebro a otro cerebro. El sistema tiene sus limitaciones; el sujeto receptor muere pero revive con la identidad del emisor. El emisor también muere en este proceso, pero sobrevive en el cuerpo del receptor. ¿Y que mejor receptor que Andree? Ahora sigo vivo en el cuerpo joven de mi hijo y se abre ante mí un nuevo mundo.
Anna escuchaba a su padre sin mover ni un músculo de cuerpo. Tenía ante ella al ser más despreciable que nunca jamás había conocido.
-Ahora la organización abrirá un nuevo mercado: el mercado de mentes. Nuestros clientes serán un pequeño grupo de millonarios que pagarán grandes fortunas para eludir la muerte. Y como puedes ver, el sistema de transmisión mental funciona perfectamente.
David Vioux sonrió y agregó:
-Todavía no lo quieres reconocer, pero tú eres como yo, y cuando estés preparada, podrás formar parte de este negocio; te aseguro que es así. Lo del disparo está olvidado; eres impulsiva y joven; pero fuerte. Te quiero conmigo.
La hija de David Vioux se llevó las manos a la cara y lloró, pues empezaba a creer que su padre tenía razón.
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Últimos comentarios sobre este cuento
Nombre: Martha
Comentario: Andree Marchetti? mmm no entiendo bien.Buen cuento.
Fecha: 2010-10-14 05:14:13
Nombre: Abraham Saul
Comentario: Me parece barbara la historia. Es muy atrapante y bien relatada. Me quedó la sensación de que da para mucho más que un cuento corto. Tomando como base el cuento, podrÃas hacer una novela sumamente interesante. Saludos...