Un día me regalaron una jirafa, tenía el cuello tan largo, pero tan largo que no lograba verle la cabeza.
Para alimentarla tenía que subirme a una gran escalera tan alta, que podía ver todas las casas del pueblo desde arriba.
La alimentaba con trocitos de lechuga y ramitas de perejil, le daba agüita con un gran popote de carrizo.
Mi jirafa tenía los ojos grandotes, dos antenitas pequeñas y unas orejas medianas. Ella sonreía y se carcajeaba, pues le gustaban las cosquillas debajo de su barba.
Qué bonita era mi jirafa todos la envidiaban y muchos me decía te la compro, yo decía no, y a todos les contestaba.
Mi jirafa nada más es mía por que en mis sueños estaba.
//alex
Mi Jirafa
Autor: Arturo Gómez Arellano
(4.29/5)
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Cuento publicado el 30 de Junio de 2019
Para alimentarla tenía que subirme a una gran escalera tan alta, que podía ver todas las casas del pueblo desde arriba.
La alimentaba con trocitos de lechuga y ramitas de perejil, le daba agüita con un gran popote de carrizo.
Mi jirafa tenía los ojos grandotes, dos antenitas pequeñas y unas orejas medianas. Ella sonreía y se carcajeaba, pues le gustaban las cosquillas debajo de su barba.
Qué bonita era mi jirafa todos la envidiaban y muchos me decía te la compro, yo decía no, y a todos les contestaba.
Mi jirafa nada más es mía por que en mis sueños estaba.
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