Ella
Anónimo
 (19 puntos / 7 votos)
“Para Amanda, con todo el amor que aún queda en mi vacío cuerpo,
Sé que te he escrito decenas de cartas y que te he escrito miles de palabras. Y todas han sido bellas y relativamente fáciles, pero esta… esta quizá sea la carta más difícil de escribir para mí… y quizá la última que te escriba.
Lo siento mucho, soy débil y no puedo aguantar más este sufrimiento.
He decidido que ya no puedo seguir así, me di cuenta que no quiero vivir más así y por más que quiera cambiarlo, no puedo. ¡No he podido hacerlo en 3 malditos años! Y luego de tanto tiempo quizá ya no sea posible cambiar, puede que esté destinado a vivir eternamente en este infierno, pero yo no quiero vivir. No de ese modo. Por lo que sólo me queda una salida, y no es más que la no existencia, la muerte, el descanso eterno.
Quiero agradecerte todo lo que has hecho por mí, aprovecharé esta última oportunidad para darte gracias por haber sido parte de mi vida y por haberme hecho tan feliz cada que me hablabas. Agradezco haber podido tener la magnífica oportunidad de ser tu amigo y de compartir tantas cosas juntos. Jamás me arrepentiré de cada cosa que te dije; tampoco nunca te olvidaré, pues te convertiste en la persona más especial para mí. Jamás olvidaré aquel día que te conocí en ese parque, lo tengo en mi corazón como el acontecimiento más perfecto de mi inútil vida.
Quiero también confesarte algo, algo que quizá ya sepas pero quiero decírtelo yo mismo. Me enamoré de ti, me enamoré verdaderamente, lo hice con todas las fuerzas de mi alma, con todo mi corazón y toda mi mente. Me enamoré porque eres la persona perfecta, la más perfecta que pude conocer. Tan sólo quería que lo supieras, quería decírtelo de frente, pero no pude hacerlo, es muy triste.
No sabes lo triste que me siento al escribir esto, y no sabes lo triste que me siento al darme cuenta que me iré sin haber podido verte al menos una vez más. Mis ojos se inundan de lágrimas cada vez que pienso que me iré sin haber podido volver a ver tu mirada, o tu bella sonrisa, o escuchar tu voz, o que me iré sin haber podido besar tus labios y decirte cuánto te amo.
Ya no queda tiempo, tendré que abandonar el mundo cargado de tristeza y nostalgia. Tendré que irme sin haber hecho tantas cosas que soñé hacer junto a ti. Es triste, es deprimente. Pero soy un estúpido y he dejado que mis problemas me vencieran.
Te prometo que en la otra vida seré más fuerte y no dejaré que la vida me destruya. Te prometo que en la otra vida no dejaré de buscarte. Te hallaré donde sea que te encuentres y me dedicaré a demostrarte cuánto te quise en esta vida y cuánto te puedo querer en la otra.
Esta es mi despedida, tan sólo quería decirte eso. Quiero que recuerdes toda tu vida que yo te amo, te amo muchísimo y que este amor nunca se terminará. Quiero decirte que me hubiera encantando muchísimo pasar toda mi vida junto a ti. Hubiera amado cada cosa de ti y cada momento que pasaríamos juntos. Pero ahora no puedo seguir viviendo. Lo lamento, lo lamento tanto. Créeme que me duele muchísimo abandonarte, juré que nunca lo haría, pero ahora romperé esa promesa. Siento un inmenso dolor en el corazón al pensarte que te abandonaré, no quiero hacerlo…
¡No! ¡No puedo hacerlo! Te amo y no puedo dejar que nada de esto ocurra, no puedo abandonarte, no quiero hacerlo, quiero pasar cada día de mi puta vida junto a ti, olvidando que hay un mundo a mi alrededor y tan sólo estando pendiente de ti y de tu felicidad.
Quiero que estés junto a mí para siempre, quiero ser feliz contigo y quiero que tú seas feliz. Te amo, te amo y no me cansaré de decirlo, te amo y no voy a abandonarte de esta manera. Haré realidad todos mis sueños contigo, dedicaré cada día de mi vida a demostrarte cuánto te amo. Lo haré, ¡juro que lo haré! ¡Te amaré toda la vida! ¡Te amaré como si cada día sintiera que es el último día!...”
Cristian recordó todos sus sueños junto a Amanda, sueños que aún podían ser realidad. Recordó cada cosa de ella, recordó el acontecimiento más especial de su vida: el día en que la conoció, ese día de invierno en el que cruzaron sus primeras palabras en aquel sombrío parque al que solían ir cada día luego de ser amigos, hasta que ella dejó de ir con él. Cristian se dio cuenta que no podía suicidarse, no aún. Todavía le faltan cosas importantes por hacer, debía ir donde Amanda y decirle cuánto la amaba. Debía decirle que la amó desde el primer día en el que la vio en aquel parque cuando se acercaba a él, que su mirada lo cegó de repente y que su sonrisa la vio como la más bella del universo. Debía decirle todo, absolutamente todo, pues era imposible abandonar el mundo con tanto amor dentro de sí.
Cristian secó sus lágrimas, llamó a Amanda y la citó en el mismo parque al que habían ido siempre. Allí se encontraron, ella estaba confundida, no sabía por qué la había citado así tan de repente. Él sólo se acercó suavemente a ella, la abrazó y luego la besó. La besó con una enorme pasión y un infinito amor, rompió todos sus miedos al besarla, fue uno de los momentos más hermosos de su vida. No pudo creer que horas antes había pensado suicidarse. Él se detuvo, la miro a los ojos y le dijo todo que sentía hacia ella, confesó todos sus sentimientos, sus sueños, sus ilusiones y todo lo que habitaba en su interior. Ella calló unos segundos y luego habló, le dijo todo lo que siempre había querido escuchar, le dijo que lo amaba y que siempre lo había hecho. Le dijo que aún podían tener una vida juntos, si él quería. Y por supuesto que aceptó, tuvieron su hermosa vida juntos. Eran la pareja más feliz del universo. Y a él aún le resultaba fascinante pensar que el amor era una fuerza extremadamente poderosa, la más poderosa de todas las fuerzas, tan poderosa que es capaz de deshacer cualquier miseria. Incluso una idea suicida. Pues él pudo acabar sus ideas suicidas al recordar lo mucho que amaba a Amanda.
Puntuar o comentar este cuento
|