Caminó desnuda hasta sentirse viva otra vez
Autor: Andrés Hurtado
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Su tez brillaba bajo la luz de la luna. Su cuerpo desnudo y sudado resplandecía en el campo. El sonido de la soledad agitaba ese lugar. Su respiración se mezclaba con el movimiento del viento. Su cesante jadeo hacia parte del murmullo veraniego. La brisa rozaba sus pequeños senos, su íntima cadera, sus delgados muslos y se convertía en una caricia que la excitaba. El largo cabello castaño era agitado levemente, tapándole el pálido rostro. Se sentía cansada y mundana. Su pecho subía y bajaba obedeciendo su infantil naturaleza. Era ella parte de ese campo, ya no era quien solía ser, era otra piedra en medio del césped, igual de inmóvil, igual de muerta.
Las lágrimas habían limpiado su cara de la suciedad. Ahora solo le quedaba el dolor y la entrecortada respiración. A su lado estaba el. Aquel hombre que había querido. Aquel hombre que la había hecho sentir especial. Estaba desnudo también, boca abajo, con el corto cabello revuelto, los brazos extendidos; al igual que sus piernas, la izquierda sobre ella, sobre su frágil vientre. Ahora lo odiaba. Odiaba verlo allí sin más. Inconsciente, y mostrando parte de su inmunda humanidad al cielo.
El primer rayo dorado se asomó iluminando la verde y extensa pradera. El oscuro firmamento comenzaba a aplacar su sobriedad. El canto de las aves revoloteando la obligó a cerrar los ojos. Su golpeado rostro se tranquilizó y su cuerpo por fin sintió el frio. El calor había abandonado aquel objeto usado y magullado. Se sentía aterradoramente vacía. Al abrir los ojos se sintió aún más cansada y maltrecha. Respiro hondo y se levantó, miro al cielo y una última lagrima cayo melancólicamente al césped manchado de sangre. Miro al hombre aun dormido y el odio hizo temblar su cuerpo. Un grito que nunca se oyó definió la gravedad del momento y de su situación. Dio unos pasos buscando su ropa y creyó que el destino la había privilegiado después de esa noche. Al lado de sus prendas desgarradas, estaban las del hombre y sobre su pantalón, estaba el cuchillo que él había usado para amenazarla. No lo pensó dos veces, el rencor movió su cuerpo. Tomo el cuchillo y retrocedió hasta donde el desnudo hombre yacía. Agarro debajo de su pierna derecha y su ancho abdomen, y con una fuerza animal le dio la vuelta, él no se percató. Tardo unos segundos en reaccionar, no por el remordimiento, sino por la idea de la mejor venganza posible. Su vista bajo hasta el flácido miembro del sujeto, se agacho, lo agarro y rápidamente lo corto desde la base, el hombre despertó y un mar de sangre se esparció, el pedazo de piel quedo nadando en escarlata. Con furia grito de dolor, pero ella se abalanzo sobre él y le clavó el cuchillo en el cuello. El cayó y se agito unos segundos antes de morir. Ella miro al cielo de nuevo y cerró los ojos.
El temblor había abandonado su cuerpo manchado. El dolor en el pecho desapareció. La tranquilidad calmo su mente y se sintió por fin en paz, aún estaba muerta, pero en paz. Miro el cadáver de su padre y sin pena ni pudor, caminó desnuda hasta sentirse viva otra vez.
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Últimos comentarios sobre este cuento
Nombre: diego piña
Comentario: oye me encantó tu cuento, pero necesito datos sobre ti, como estilo y estudios u otras obras. es para hacer una traducción oficial al ingles.
Fecha: 2015-03-22 19:43:40
Nombre: ZoMbIe
Comentario: Hola, muy buenas tardes.
Tengo una página de facebook llamada Sangriento Satanley y coloco historias de terror y cosas de ese tipo y me gustarÃa saber si le interesarÃa contribuir o al menos pemitirme tomar este cuento y claro citarlo a usted como autor.