UNA MANCHA EN LA PARED
Autor: Oscar Omar Ordoñes Olalde
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Lentamente terminé de retocar con un ligero trazo de mi pluma aquél poema al que había estado dando vueltas toda la tarde. Pero, pese a tener un fuerte sentimiento intuitivo alrededor de los primeros versos, finalmente observé abatido que había vuelto a escribir uno de aquellos poemas, entre vulgares y simbolistas, cuya fuerza estética (si es que tenían alguna) era sin duda el engañoso fruto subjetivo de mi voluntad frustrada y no de un maravilloso arranque de genialidad literaria.
Según Juan, mi inspiración (antaño tan creadora) se había detenido en el pasado, y nada, ni siquiera un sobrehumano esfuerzo por escribir, lograría hacerla volver a mi vieja pluma. Cualquier otro se habría reído de él: hay quien dice que la poesía es sólo fruto del perfeccionamiento estilístico y de un prolongado trabajo del poeta. Por desgracia, yo soy de los que buscan una poesía más intuitiva, menos fría y más humana. Por este último motivo yo estaba completamente desanimado y terriblemente apático en todo aquello que no implicase el escribir.
Aquella repentina "falta de talento" que experimenté durante aquél invierno vino acompañada, casi simultáneamente, por un cambio de mis preferencias artísticas: ya no surgirán de mi inconsciente pluma versos entonados al amor incontenible y confuso que sentía por la vida, la vida personificada en ella... Ahora se apoderaban de mi mente pensamientos de los más negros que pueden jamás haberse imaginado. Pero estas oscuras y tenebrosas sombras que acechaban mi alma eran sólo meros atisbos de una realidad no empírica que sentía fuera de lo que llamamos Mundo, algo más allá de lo que el ser humano puede llegar a comprender sin perder completamente el juicio.
Verdes espectros de seres escamosos con tentáculos innúmeros abordaban la complejidad de mis recuerdos, elevándose desde las siniestras brumas de mis sueños a la parte consciente de mi memoria, como si quisieran pasar a formar parte de mi realidad.
Yo, en lugar de asustarme, me proponía con seriedad y deseo los retos poéticos que estos temas en mí despertaban, ya que se me sugerían cosas inexplicables, seres indescriptibles... Sería un enorme placer describirlos usando las emociones que en el hombre despierte el verso, unas emociones que no son descriptibles mediante meras palabras, pues el hombre no puede más que intuir estas verdades como sombras de una figura monstruosa recortándose frente a la luz de la luna.
Por eso, cuando sueño con los seres que visitan mi cerebro por las noches, procuro estar alerta para, a la menor incidencia, despertarme; para así saber si comprendo la realidad que los compone. Sin embargo, no me atrevo a subir a mi habitación el material de escritura. No quiero que si algún día veo (o recuerdo) todo lo que en sueños se me ofrece y al despertar se me niega; sea capaz de plasmarlo en el papel, ya que sería ese un recuerdo que permanecería imborrable por el resto de mi vida, atándome a la locura permanente del que vive el miedo.
Las lámparas humeaban apagadas, mis pies se arrastraban con pesadez hacia las escaleras angostas que llevan a la buhardilla donde solía dormir. Entonces, al disponerme a subir los escalones de madera, me volví a fijar (como cada noche inquieta que pasé en mi nueva casa) en la húmeda mancha oscura de la pared del pasillo. Aquella mancha no tenía ninguna forma definida que me pudiera inspirar temor, pero una extraña inquietud me azotaba al mirarla, como si fuese la costra superficial de la piel de algo cuya realidad se hallaba tras aquella pared... hasta tal punto llegaba mi obsesión debido a la influencia de los sueños que me visitaban cada noche.
La observé de nuevo, como hacía cada noche al subir a mi habitación y, como todas las noches, comprobé que la humedad verde que formaba aquél putrefacto dibujo en mi pared seguía expandiéndose por ella, contaminando el blanco tabique de yeso.
Un paso hacia ella, mi mirada clavada en la desconchada superficie que abarcaba el cerco de humedad. Apartando inconscientemente la única lámpara que quedaba encendida en la casa (y que llevaba en la mano izquierda) de aquél trozo pútrido de pared. El olor agrio que emanaba de la mancha me invadió con violencia y me hizo retroceder, según creía yo, ligeramente mareado.
Ligeramente "intoxicado" por arcadas convulsivas y por nauseas (más bien mentales que fruto de la realidad que todos entienden por verdadera) retrocedí unos pasos y, después, recorrí rápidamente los peldaños de crujiente madera que me separaban de mi ansiado lecho. ***
Ya una vez metido entre las mantas, en lugar de sentirme evadido de todo temor, como era costumbre en mí, considerando ajeno a todo aquello que sucedía fuera de mi cuadrilátero lugar de reposo, más bien me sentía amenazado, debido a que era consciente de que "aquello" de lo que provenía el líquido rezumante en la pared de la planta inferior se hallaba justamente debajo de donde yo yacía.
Mirando al techo de color oscuro, que alcanzaba a distinguir debido a la tenue luz proveniente de la luna que penetraba entre las cortinas de mi habitación, no podía cesar de pensar en lo que se encontraba bajo mi suelo, entre los bloques de ladrillo y yeso que formaban el inexistente hueco de la escalera. El frío temor de un imaginario e inminente ataque desde debajo del colchón atenazaba mi espalda, haciendo que los riñones se contrajeran provocándome un grave dolor en la zona lumbar.
Traté de conciliar el sueño, tumbándome de lado. Mirando con los ojos, llorosos de cansancio, hacia el exterior de la ventana, hacia el cielo negro dónde la luna colgaba, ofreciéndome su luz. Pero la visión de la pálida luna (casi llena) no podía hacer más que rememorar en mí los recuerdos de todas aquellas bestias que disfrutan de sus presas por la noche... y no podía dejar de darme cuenta de que la noche, aunque implique el descanso de lo humano, no deja de ser el día para monstruos innombrables capaces de cualquier atrocidad.
Todos mis pensamientos me inquietaban. Llegué a sobresaltarme del propio tacto del pijama, incluso de mis sábanas, húmedas por el frío sudor, símbolo del miedo,
Tras algunas horas (que quizás fueron minutos, pero que la eternidad del pánico convirtieron en siglos) de oir un impertinente goteo en el piso de abajo, ya advertido por mí desde el primer día, pero que nunca había merecido más consideración que lo meramente rutinario, sentí que me volvía loco. Esperaba, mirando hacia la inmóvil puerta, que ésta se abriese dejando franco el paso a la innominable criatura que vivía bajo mi escalera.
Me levanté, con miedo de poner los pies sobre el marmóreo y frío suelo, y me dirigí hacia la ventana, abriéndola y sacando mi cabeza al frío ambiente nocturno. Me tranquilicé bastante al ver las blancas nubes corriendo suavemente bajo el albo satélite lunar, al oír al grillo, cantor de la noche, cuya canción puede llegar a exasperar al durmiente frustrado, pero que a mí me devolvió a la realidad que estaba a punto de perder por siempre.
El aire fresco me sentó muy bien, la cordura se volvió a adueñar de mi persona, desterrando a la locura intuitiva que había exagerado hacía tan poco rato, debido a mi espíritu extremadamente emotivo y exagerado. La soledad que me acompañaba desde el día que compré el caserón hacía que mi imaginación volase alto y en torno a lugares que jamás habría querido yo, voluntariamente, visitar. Pero ya estaba todo en paz de nuevo. ***
Al entrar de nuevo en mi rancia habitación, la desesperación y el desaliento me aplastaron bajo un peso sobre mis hombros y mi alma que me hizo caer, inerte, al suelo. Aquello existía, la puerta estaba entreabierta, y la maligna entidad que permanecía junto a los peldaños de madera, emparedada desde hacía innumeros años, dejaba ver un reflejo de su corrupta y leprosa alma, bajo la forma de una neblina color mostaza que ascendía de debajo de la cama en forma de pútridas volutas de humo cuyo amargo olor se me hacía insoportable.
Entonces, en un arranque de furia provocada por mi locura, bajé a la planta baja, pasando sin volverme junto a la monstruosa mancha de la pared. Entré, con la lámpara de aceite que portaba en alto, en el trastero donde guardaba todas las pertenencias olvidadas por el anterior dueño de la casa, y, no encontrando ningún pico ni martillo lo suficientemente grande, agarré un hacha roma, vieja y rojiza por el óxido, volviendo hacia las escaleras, fuente y fin de mis temores más profundos e incomprensibles.
El primer golpe descargado por el filo viejo sobre el yeso, que saltó en pedazos blanduzcos, rezumantes de un verdoso limo, hizo que la cabeza del hacha se hincase en la pared... y al sacarla de su aprisionamiento, un tufo agrio (como el de la leche pasada) inundase todo el corredor.
Mareado por la vaharada del pútrido aliento de la pared, y exaltado por mi febril estado, continué descargando golpes al tabique, que en lugar de despedir trozos compactos de yeso carcomido por el impacto del pico, empezó a supurar grandes cantidades de verde y denso líquido que empapaba el suelo y salpicaba las paredes.
No se cuánto tiempo permanecí golpeando la infecta muesca hecha por mí en la pared, pero con el esfuerzo de mi mente enferma logré abrir un agujero en ella de, más o menos, el diámetro de mi cabeza.
Fui a asomarme por el negro boquete rodeado de chorreantes babas y algunos gusanos interceptados por mi hacha durante su trayectoria por el yeso. Pero cuando acerqué mi rostro al agujero una vaharada de fétido aire invadió mis fosas nasales, provocándome un terrible shock. Caí contra la pared del pasillo magullándome el hombro izquierdo.
Pero en aquellos momentos no sentí ningún dolor, mis sentidos se hallaban saturados por el aullido de mis lacerados pulmones, quemados por aquél corrupto aire...
En aquél momento miré de nuevo el agujero... Jamás podré describir, ni en el más melancólico poema -por muy tenebroso e inquietante que éste sea- la parte de la figura que asomó durante aquel breve instante por el otro lado del improvisado vano, para después retroceder, dejando que aquello que chorreaba por las paredes de la sala volviese a cubrir el agujero: ventana hacia un mundo exterior que aquél recluido ser parecía preferir ignorar por el momento.
Ahora me encuentro tumbado en una cama del hospital situado a las afueras del pueblo, hospital que tantas veces divisé desde mi buhardilla durante los días claros, tan escasos en aquella comarca costera. Recuerdo aquella noche de incomprensible locura e irremediable temor. Nadie, si siquiera los médicos que me encontraron en aquel estado casi catatónico, me quieren explicar cómo me hallaron y la situación del pasillo de mi casa...
Ayer, un colega de profesión y gran amigo me comentó que, cuando él llegó a mi casa, la pared que yo le indiqué por señas olía a yeso fresco y aún estaba blanda, evidenciando alguna reciente obra. Esto es prueba de que aquello existe, y yo volveré a la casa para derruir esa pared y desvelar ese ente que garantizará atemporalmente una inagotable inspiración por el resto de mis días...
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Últimos comentarios sobre este cuento
Nombre: adrián
Comentario: me gusto mucho este cuento, me transporto todo, la verdad aun que sea un cuento mas largo que los demás, no importa, a veces uno siente la necesidad de escribir mas, y estas en tu libertad, el que le paresa muy largo para leerlo o le de flojera.. ni modo lastima por el ja
buen cuento amigo.
Sigue asi..
Fecha: 2011-08-10 13:39:25
Nombre: Diana
Comentario: Me gusto, como otros comentan tu forma de narrativa recuerda a Edgar Alan Poe, creo que si puedes reducir un poco, ya que pierde en ciertos momentos el ritmo, pero es muy bueno muchas felicidades
Fecha: 2011-07-11 21:05:34
Nombre: Daniel Ventura
Comentario: Me parece excelente la forma en que escribes me gustó mucho, hay algunos que no les gusta la forma en que lo haces, pero ahà está también lo valioso de un cuento, narración, etc; y pues a mi me parece justa la extensión del cuento, que no siempre debe de ser de un parráfo o dos, sino también de dos o tres cuartillas.
Fecha: 2010-07-31 20:58:03
Nombre: Jorge Cortaza
Comentario: Este comentario lo hago con todo respeto, pues es preferible saber la verdad a vivir en el engaño.
Sinceramente, no da miedo. ¿Y por qué no da miedo? Para empezar, está escrito en una forma muy engorrosa, y hasta sospecho que hay pretensión de tu parte, como si quisieras presumir tu vocabulario. El texto tiene demasiado rollo, como decimos aquà en México. Con muchas menos palabras puedes decir lo mismo. Tienes que ser más directo. Está muy bien redactado, eso sÃ, pero la lectura se hace pesada, densa. El clÃmax no está bien resuelto. Es decir, finalmente nunca se supo qué era lo que realmente habitaba ahà dentro de la pared. Te deja con una sensación de frustración.
Ahora, eso no quiere decir que todo está perdido. Al contrario, mientras más escribas, más pericia irás logrando en el oficio de crear buena literatura. Siento que debes reescribir tu cuento, tomando la idea original de la mancha, que se me hace en lo personal buena. El género de terror es uno de los más difÃciles, y te aseguro que te sentirás muy bien cuando al fin lo consigas escribir un buen cuento de terror. ¡Adelante!
Fecha: 2010-07-26 11:30:01
Nombre: Tony
Comentario: creo que lees mucho a Edgar Allan Poe,(por un momento me senti leyendo el cuervo) me gustaria que hubiese sido mas original y menos largo, si hay algo que a mi no me gusta son las composiciones tipo, "el arma blandÃa en el pecho de acero de la armadura cuya punta filosa tomaba acceso poco a poco al interior de tal vestimenta, que brillaba con el sol incandescente de millones de años y...puaj!! (por un ejemplo) la verdad creo que esta de mas, pero si lo haces mas corto estaria mejor, pero en gustos se rompen generos.
Fecha: 2010-06-26 17:04:13
Nombre: DANTE
Comentario: NO CREO QUE UN CUENTO SEA LARGO CUANDO QUIEN LO ESCRIBE TENGA MUCHO QUE DECIR. ME PARESE UN CUENTO AGRADABLE, MUY COLORIDO EN DETALLES Y LLENO DE POESIA (ESCRIBIS POESIA TAMBIEN?). AL LEERLO SENTI QUE AL ESCRIBIRLO LE IMPRIMISTE UN RITMO MUSICAL SI SE QUIERE (QUISIERA SABER SI FUE ALGO CONSCIENTE O SIMPLEMENTE ME PARECIO A MI), ERA COMO LEER PROSA. Y SI BIEN CREO QUE EL UNICO QUE TE PUEDE CRITICAR LA ESTRUCTURA DEL CUENTO SOS UNICAMENTE VOS, PORQUE ASI LO PARISTE Y LISTO, QUIERO DECIRTE QUE EL FINAL NO SUPO CALMAR LA SED QUE ME PROVOCO LA AGIL LECTURA DE LA INTRODUCCION Y EL NUDO.
ME GUSTÃ (4 PUNTOS) AUNQUE TAMBIEN ME GUSTARIA SABER DE UNA SEGUNDA PARTE, COMO PARA QUITARLE ESA MANCHITA QUE QUEDÃ SOBRE EL FINAL (Y TE REPITO QUE ES MI FORMA DE VER LAS COSAS).
SI QUERES CONTACTAME...
MUCHA SUERTE
SOY DANTE... DESDE "ARGENTINA"
Fecha: 2009-04-04 12:19:47
Nombre: Jhon
Comentario: Es difisil de entender,pero lo entendì.Dà mucho terror.
Un 4.
Fecha: 2009-04-04 12:19:25
Nombre: Jhon
Comentario: Es difisil de entender,pero lo entendì.
Un 4.
Fecha: 2008-11-10 14:42:58
Nombre: dianali
Comentario: enserio que me asusto un monton estaba temblando de miedo
Fecha: 2008-11-09 08:04:59
Nombre: tarea
Comentario: me gudto pero esta muy largo lo queria para mi tarea pero esta muy largo
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