El Brujo. Cuentos cortos fantásticos


El Brujo

Autor: Rubeb Lofeudo

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Cuento publicado el 22 de Junio de 2014


Casi no puedo recordar lo ocurrido aquella noche de Abril del 2000, toda mi vida estaba esperando que le sugiriera un camino. Que hacer con mi existencia? No podía entender que ocurría con mi personalidad, siempre había sido un duro, podía comprar lo que quisiera y no se me movería un pelo para lograr mis objetivos.

Sin darme cuenta, escuche una voz interior que me indicaba que asistiera a una cita, que alguien me estaba esperando, el lugar podía graficarlo en mi cerebro sin necesidad de una agenda ayuda memoria. Todo estaba calculado y no tenia regreso al pasado, era como tomar una regresión, pero a la inversa.
Súbitamente mis piernas indicaron el recorrido hasta el lugar indicado. Camine varias cuadras en silencio conmigo mismo, a mi alrededor el espacio circundante estaba oscuro, mi imagen era una burbuja que se encaminaba en dirección opuesta al mundo.
De pronto me encontré frente a una vivienda muy austera, con grandes ventanas que permitían ver una tenue luz interior, no se escuchaban ruidos y el silencio era abrumador. Alce mi mano a la altura de mi cabeza y oprimí el timbre de chapa oxidada, pero no sentí campanilla alguna que indicara mi presencia en aquel lugar.
No pasaron 15 segundos que apareció en el marco de la puerta una bella mujer, con ojos inmensos de color verde, labios carmesí y unos grandes aros que colgaban de sus orejas pequeñas y contorneadas. Su tez era blanca y su pelo azabache enrulado, pensé que era un ángel tipificado como humano. Con voz suave e imponente y haciendo un pequeño giro con su mano derecha, me invito a que la siguiera.
Al ingresar en la habitación, observe una prolija distribución de todos los elementos que surcaban las paredes, cuan cubo mágico dispuesto a sobornar mi mente.
Seguí sus pasos e ingrese a otra habitación, donde había una tenue luz emitida por una pantalla cubierta de una tela roja. Detrás de una mesita de tres patas, estaba un anciano regordete, semi calvo y de gesto adusto, que invito a sentarme frente a el. En esos momentos me corrió un escalofrió por el cuerpo, que aun hoy recuerdo con asombro.
La mesa estaba cubierta con un paño verde brillante y en ella, esparcidas varias cartas de Tarot. Trate de pellizcarme para comprobar que no estaba soñando, cuando el anciano vislumbrando mi accionar, me indico que no tuviese miedo porque nada malo iba a ocurrirme.
La bella doncella había tomado posición a espaldas del personaje descrito, que ya mi mente lo asociaba a un brujo de pobre estirpe, malicioso y futurista de poca valía.
Tu eres un afortunado, me dijo! Cualquiera no posee el don de ser mi invitado, he sondeado el espacio etéreo y encontré la persona que durante tanto tiempo estuve buscando. Conozco todo lo relacionado con tu pasado, veo el momento florido que ronda tu presente y soy capaz de parafrasear tu futuro. Se que puedes escapar de esta dimensión que nos aprieta y sin quererlo, traspasar hacia otro mundo donde habitan los seres privilegiados y maquinar el desarrollo del universo. También se que tu mente es capaz de resolver los problemas mas enigmáticos, que puedes incautar mensajes del cosmos y hasta puedes comunicarte con seres muy diferentes a los que estamos acostumbrados a tratar diariamente. Es por ello que estas aquí, te estoy ofreciendo mi hospitalidad, para que juntos desarrollemos un mundo paralelo, donde no albergue la injusticia y la benevolencia sea una tarjeta de bienvenida, donde la igualdad de los seres que habiten en el, puedan sentirse libres y transcurrir su estadía plenos de amor!
Pensé que era una locura seguir el tren de sus palabras, encandilado por la lamparita de la pantalla roja no podía ver su cara, solo se dibujaba una aureola blanquecina alrededor de su figura, busque algún apoyo en la morocha que aun permanecía incólume tras sus espaldas, pero tampoco pude observar su rostro y por ende, la expresión de su cara.

El viejo seguía hablando, pero en estos momentos ya no escuchaba su perorata, ya que presentía que algo raro se interponía entre ambos. Llegue a sentir un fuerte rubor en mis mejillas, producto de mi inconciencia provinciana, no entendía porque razón asistí a esa tétrica cita sin siquiera elaborar un panorama razonable de la situación planteada.
Quien era ese anciano parlanchín que intentaba profesar la voz divina de otros mundos, quien era esa hermosa damisela, de vaya a saber que aprendiz de brujo? Donde me había metido, que razón me incitaba al desvarío inconsciente?
Mientras estaba cavilando estas preguntas sin respuesta, sentí una mano que rozaba mi cabeza, trate de escabullirme girando mi cuerpo hacia atrás, pero la mano del diabólico anciano me impedía cualquier tipo de movimiento. Opte por tranquilizarme y esperar alguna respuesta a tal accionar, ya que este había pasado de la charlatanería al contacto físico. Ya no era dueño de mis actos y sin dudas estaba bajo el poder del Indigno, sentí un calor que recorría mi osamenta de la cabeza a los pies, pensé que iba a desmayarme porque no podía ya controlar mi estabilidad, la habitación comenzó a girar alrededor de mi humanidad y suavemente fui perdiendo el sentido.
Con los ojos entreabiertos, escuchaba como el brujo recitaba incoherentes frases, que iban haciéndose mas audibles a medida que tomaba conciencia de mi entorno.
La morocha ponía una toalla húmeda en mi frente y susurraba una canción de cuna que recordaba mis primeros años de vida, cuando mi madre tiernamente me hacia dormir.
Ya mas conciente, escuche que el brujo me decía que yo estaba en este mundo para cumplir un designio divino y que debía apartarme de los lujos y suntuosidades propias de los terrícolas y que comenzaría a cumplir con el sutil ritual que movilizaría mis sentimientos hacia la humanidad.
A partir de ahora, debía transferir mis ahorros en “pro del bienestar común” de mis congeneres y debía deshacerme del materialismo humano que pervierte y vulnera las generaciones terrícolas. La felicidad es un producto abastecido por el Ser Supremo y cada uno debe ganarse el placer para disfrutarla eternamente.
El viejo apoyo frente a mis ojos, en la mesita donde permanecían las cartas de Tarot, un legado manuscrito que rezaba lo siguiente: “Yo, Pedro Martínez en uso de razón, lego todos mis bienes a mi benefactor y amigo Romualdo Piratelli, quien a partir de este momento podrá disponer en mi representación todo traspaso y venta de activos de mi propiedad, sin que nadie considere esta situación anómala de derechos adquiridos, etc.
Mi mano, lentamente fue conformando el garabato que estampaba en el protocolo de la transacción, o sea mi rubrica.
Me di cuenta, que a partir de ese instante ya no era dueño de mi propia existencia, el calor que recorría mi cuerpo hace algunos instantes, fue convirtiéndose en un frío helado capaz de congelar un frasco de mercurio.
Alcance a notar entonces, que entre brindis y risotadas, se abrazaban tiernamente la doncella y el brujo, mientras yo atónitamente presenciaba el espectáculo de mi muerte anunciada.
Un chirrido virulento resonó en mis oídos como un torpedo que va en busca de su blanco, alce instintivamente mi mano y con suavidad trabe el pistillo del despertador.
La vida volvía a retomar las posiciones en mi conciencia, un aroma tenue a tostado café se instalaba en mi habitación y escuche la voz de mi madre incitando al desayuno, todo indicaba que era hora de volver al trabajo.

//alex


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Fecha: 2014-08-24 21:01:30
Nombre: federico
Comentario: muy bueno