Ahí, a la izquierda de la l5 se erguía el glacial Mapocho, padre del río homónimo que irrumpe torrentoso por el norte de Santiago. Imponente, serio, respetable, con sus vetas de plata iridiscentes al sol, la mole blanca se rinde al desfiladero. Debajo, muy lejanos, se apreciaban infortunados restos metálicos de brumosos colores, tan aterradores que invitaban forzosamente a la reflexión.
Al regreso fué el drama. Llegando a la curva 15, todo había desaparecido en un blancor sin perspectivas ni formas. No había abismos ni señales. Ni paisajes ni glaciares. La nieve etérea caía, o mejor, flotaba como una cascada, un muro de mariposas albas. Sólo se apreciaban dos líneas oscuras en el piso. Hielo en los vidrios, grasa en los neumáticos y jabón en el volante. Ya cerca de la noche, la furiosa nevada apenas dejaba adivinar borrosamente las luciérnagas rojas del vehículo de adelante y cuando éste desaparecía detrás de alguna curva, acá todos se santiguaban. Alexis, padre de la familia Quero y conductor de la máquina, vió espantado cómo su coche se deslizaba en cámara lenta, adelantaba por la izquierda al auto de enfrente e inexorablemente giró sobre sí hasta quedar con la trompa hacia atrás y las posaderas impúdicamente incrustadas en el talud. al borde del abismo invisible. Todo tranquilo, muy normalito.
-¡El precipicio!, gritó Alexis. -¿Dónde está?. El conductor y su esposa saltaron a la vía, resbalosa como un lago helado y con sus propias manos trataron de sostener el carro. Entonces, salido de la espectral cascada apareció la figura de él.
Joven, apuesto y fuerte, tomó el volante y aún con las puerta abiertas, ordenó, sonriente pero firme que se apartaran los esposos. Inaudito. Permitir a un desconocido que maneje un vehículo nuevo. Pero nadie chistó. Maniobró, gritó autoritario a los otros conductores y estabilizó el auto. Bajó rápidamente y a la luz de los celulares ajustó las cadenas en las ruedas de tracción, desinfló un poco los cauchos y con precisos movimientos colocó el automóvil otra vez en posición correcta. Luego, ya más calmados, condujo magistralmente cuesta abajo. Lenta, muy lentamente se colocó en la cola de vehículos. Entonces habló. Sonriente mientras guiaba dió instrucciones a la boquiabierta familia; casi no tocar los pedales, frenar con la máquina, colocar cadenas en las cuatro ruedas y desinflarlas un poco. Todos en silencio escuchaban al héroe. Alguien tímidamente preguntó: -Y tú... ¿dónde venías? -enfrascado en las peligrosas maniobras, el hombre no respondió.
Luego de manejar los l5 Kms. más peligrosos, la tormenta cesó. Ya casi no había nieve en la vía. La noche avanzaba y las luces de Santiago tiritaban de frío, debajo, lejanas.
-Me llamo Víctor, -dijo el joven. -Víctor Petit. -Si quieren tomar chocolate, o algo, ahí a la derecha podemos pararnos. -¡Claro, claro! -respondió Alexis,- ansioso de corresponder la invaluable atención del hombre. -Pero yo necesito seguir, -agregó aquel, -es necesario que atienda algo urgente en Santiago. -Y siempre amable, aceptó la tarjeta de presentación de Alexis pero ninguna otra gratificación. Se despidió de la familia y sonreído abordó la camioneta 4x4 que siempre los había seguido.
La fonda era acogedora, tibia y se respiraba un aire amistoso. Los dueños tan amables que departieron un rato con los visitantes. El tema... por supuesto la curva l5.
-Qué tristeza, -dijo la anfitriona, pero la interrumpió el timbre del teléfono. Mientras la señora atendía la llamada, el mesero dió una explicación que nadie le pidió: -Mañana es la misa de aniversario, se cumple un año del accidente. Mi hermano se nos mató en la curva-.
La congoja atenazaba el corazón de todos, Los anfitriones regresaron a la mesa pugnando por contener el llanto. Alexis preguntó con un hilo de voz -¿cómo...cómo se llamaba? -El viejo se pasó ambos pulgares por los ojos. -Víctor... -susurró. -Víctor Petit.
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Últimos comentarios sobre este cuento
Nombre: Cèsar Muñoz
Comentario: MI CORREO PARA LOS AMIGOS QUE ME LO HAN SOLICITADO.
aabad62@hotmail.com
TODOS HAN SIDO -Y SERÃN- CONTESTADOS. Gracias
Fecha: 2011-10-21 16:37:36
Nombre: Cèsar Muñoz
Comentario: PARA SERGIO21MANUEL Y LOS DEMÃS AMIGOS QUE ME HAN ESCRITO.
Pueden leer todos mis cuentos en este mismo portal bajo los seudònimos de: ---Cèsar Muñoz--- aabad62---Xuxo-Pereira--- Jesùs Pereira.
Gracias por los conceptos. Respondo todos los email recibidos.
Fecha: 2010-08-12 06:25:32
Nombre: Lenìn
Comentario: Concuerdo con Juan David. El buen cuentista puede transformar un tema trillado en una obra de arte y este relato es buen ejemplo de ello.
Felicito al autor aunque se nota que es incipiente. Adelante.
Fecha: 2010-05-27 22:08:08
Nombre: juan david
Comentario: esta vacano el cuento.pero si es predecible ..hay muchas historias parecidas...............pero tu estilo para escribir lo hace diferente felivcidades
Fecha: 2010-01-24 06:43:23
Nombre: Manuel Ibarra
Comentario: Hola amigo César, te felicito compatriota, por tu excelente cuento, yo he escrito algunos sobre el tema, te invito a leer uno de mà autoria (El árbol del precipicio)chaoooooo
Fecha: 2009-12-05 12:01:51
Nombre: pipinlostoki
Comentario: esta muy bueno
felizidades
este es el 2do
cuento que me
impresiono
genial
estuvo muy bueno
adios
Fecha: 2009-11-13 16:11:51
Nombre: melesio
Comentario: Bien escrito, pero es predecible y poseé muchos tintes de leyenda urbana.
Fecha: 2009-08-10 06:27:05
Nombre: César Muñoz
Comentario: Queridos lectores:
Comenten. Escriban sus comentarios que eso nos impulsa a seguir. Mil gracias. (César Muñoz)
Fecha: 2009-08-08 10:33:08
Nombre: lenin
Comentario: muy bueno el cuento
Fecha: 2009-08-07 19:33:07
Nombre: Ivan Muñoz
Comentario: Muy bueno, felicidades, el final me dejo frio, espero ver mas cuentos tuyos pronto, no dejes de escribir.
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