El lado equivocado
Autor: Marcelo Dondi
(3.67/5)
(143 puntos / 39 votos)
Sí, el dolor abdominal era intenso, difícilmente soportable, definitivamente y muy en contra de mi voluntad debido al rechazo que siento por los médicos y sus pastillitas mágicas, creo que esta vez si, indefectiblemente debería visitar a estos señores que sufren aguda incomprensión gramatical, que tienen derecho a ofenderse y realizarte omisión de asistencia perfectamente justificada a su criterio si llegas 30 segundos tarde a la consulta por haber esperado durante 3hs el 104, derecho del cual tu no gozas si el caso se da a la inversa y tienes que esperar hasta las 10 de la mañana cuando la consulta comenzaba a las 8, porque sus motivos, (a diferencia de los tuyos que en realidad son excusas) son perfectamente válidos y justificados… como iba a dejar inconcluso un debate que se había originado (sobre si el maestro debía o no representar a la selección en el próximo mundial) con el portero del edificio del pent house "humildongo noma’" situado en Leyenda Patria, sabiendo que contaba con los argumentos sólidos para refutar cualquier planteo… claro que tiene derecho a ofenderse ante el primer gesto de molestia e impaciencia en tu rostro!
En fin, había probado una infinidad de "experimentos caseros", basados en creencias populares de dudoso origen y con un porcentaje de eficiencia absurdamente inferior al de la efectividad de Lisoform… no había resultados óptimos, ni siquiera de un lastimoso grado de satisfacción… aún seguía "seco de vientre", es como que el organismo se hubiera puesto en huelga, es como que el esfínter fuera una especie de portal similar al de Star Gate y no pudiera descifrar los jeroglíficos que provocan su apertura, es como si el intestino delgado fuera similar en longitud a La Gran Muralla China y el bolo alimenticio procesado (manera delicada de decir caca) fuera una tortuga discapacitada con artrosis que intenta recorrerla de un extremo al otro y no logra el objetivo de llegar a la meta… bueno, aunque llegara tendría que descifrar los jeroglíficos del portal para atravesarlo, cosa difícil para una tortuga, pero ese es otro tema.
Había intentado de todo.
Comencé con una sugerencia de mi vieja: "mucho yogurt mijo, mucho yogurt, si es con pulpa de frutas mejor porque tiene fibras y barre con todo"… barre con todo… ya no sabía si iba a tomarme un yogurt o una escoba, pero como no tenía nada que perder (salvo el dinero que iba a gastar en yogurt si éste no funcionaba), me dirigí al almacencito de mi barrio en busca del ya mencionado elixir mágico que devolvería al organismo su comportamiento biológico normal y levantaría nuevamente la autoestima del papel higiénico, haciéndolo sentir útil e importante después de haber sufrido tan inmerecido abandono.
"- Buenas, ¿como le va? Me podría vender un litro… no, mejor déme dos… mmm, lo que pasa que si quiero reforzar la dosis… y si me quedo corto…", a todo esto el almacenero ya había atendido a dos clientes, un proveedor y matado una cucaracha, pronunciando las siguientes palabras, aun con la cucaracha aplastada en la parte inferior de su chancleta que sostenía con su mano derecha muy en alto como enorgulleciéndose de su hazaña o de su botín de caza: "- ¿Va a llevar algo compañero o viene a mirar como laburo noma?"
"- Si, disculpe la indecisión, es que ando un tanto… obstruido podría decirse, ¿podría venderme… 5 litros de yogurt?".
" – A la mierda!!!" – pronunció el pequeño burgués.
" – Eso espero Don!, eso espero!".
Después de vaciar prácticamente su vitrina de lácteos que pasó de parecerse, de un frondoso y arbolado bosque, a El Amazonas deforestado; y de mirarme con cara de "vos no pensarás poner un puestito de venta de yogurt pa hacerme la competencia", me vendió los cinco yogurt.
Adivinando su desconfiado pensamiento le dije, a la misma vez excusándome: " – es que ando con algunos problemillas intestinales… con la cañería tapada ¿vio?", a lo que, satisfecho con la explicación que le dí, anotó algo en un papel, estiró su mano y me lo dio diciendo: " – Tome, es el teléfono de Walter, el sanitario de acá a la vuelta, va a necesitar de sus servicios para destapar la cañería cuando se destape la suya" me dijo con una sonrisa, la cual no respondí debido a la broma de mal gusto a mi entender.
Llegue a casa y comencé el tratamiento, albergando las esperanzas de que, muy pronto iba a poder despedir de mi interior al inquilino que ha estado ocupando el asentamiento de mi intestino de forma tan irregular como impropia.
El primer litro lo tomé con mucho agrado, ya que era una calurosa tarde y el yogurt tenía una temperatura tan refrescantemente agradable que al entrar en mi intestino, hizo sentir a mi "inquilino" que es un rebelde fisiológico y está siendo "invitado a retirarse" de una manera un tanto descortés pero justa y apropiada; era una forma de advertirle que si no toma sus cosas y se marcha, la siguiente ya no sería una advertencia sino una dura represalia… el ocupante ilegal no obedeció, es mas, parecía sentirse a gusto de haber recibido visita en su morada.
Opté por ingerir el segundo litro, esta vez ya con algo de desesperanzas y comenzando a sentir un poco de rechazo hacia el durazno (ya que era el sabor del yogurt que le quedaba al almacenero), pero tampoco hubo resultados satisfactorios, parecía que el inquilino no llegaba a comprender la gravedad del asunto, le costaba asimilar de que la morada en la que se encontraba era estricta y necesariamente temporal, como una especie de albergue transitorio (pero utilizado para otros fines claro está) y que debía retirarse para dar lugar a otros residentes temporales; que si no lo hacía, su hogar comenzaría a deteriorarse poco a poco hasta que, con el tiempo, todo el edificio se desmoronaría para siempre y comenzarían a invadirlo una especie de termitas de carne, cilíndricas y rugosas de color blanco que se arrastran, y que terminarán por deteriorar toda la estructura, no solo de su morada sino de todo el edificio, y que quedara atrapado para siempre, o hasta el día que la naturaleza decida, dentro de una estructura cilíndrica de concreto, para nada similar a la que vivía… explicación vulgar y simple para los pocos imaginativos: si no cago, me muero y termino comido por los gusanos en un tubular del cementerio central, entendiste?.
Pero por lo visto, es tal el grado del egoísmo que ha adquirido el residente biológicamente ilegal, que se niega a retirarse, aún sabiendo que deja a sus colegas sin refugio, y que está atentando incluso contra su propia existencia.
Debido a la rebeldía absurda, ilógica e infundamentada de dicho "obstructor desafiante y antinatural ", que se cree que controla el trafico de un punto al otro del organismo, así como El Ferroviario en Matrix, me vi obligado a engullirme los tres litros de yogurt restantes, a pesar de que el resto del cuerpo proclamaba con desesperados gritos que era una locura, que me detuviera, que era un atentado… pero aún así lo hice…
La sensación fue similar a que me hubieran subministrado un container de Actívia intravenoso, sentía que mi corazón bombeaba fermento lácteo saborizado en lugar de sangre, por los poros transpiraba pulpa de durazno y el "bocado de Adán" pasó de nuez a carozo. Todo mi cuerpo se estremeció, talé de raíz el duraznero que tenía en el fondo de casa debido al rechazo que comencé a sentir hacia el fruto de dicho árbol, sentía pánico de viajar algún día hacia ya sabes que lugar del interior, por lo que decidí pegar unas tibias y una calavera en el mapa del Uruguay, encima del departamento que hace honor a la fruta que recientemente empecé a detestar, para recordar que hacia allí no debía ir; y maté con un escardillo a la vaca que está pastando en el campito de la esquina, por haber sido colaboradora directa en la elaboración de un producto que, combinado con el velloso fruto, tanto daño físico y psicológico ocasionaron en mi organismo… la vaca fue encontrada horas después, y debido a las marcas que las puntas del escardillo provocaron en el asqueroso y traicionero rumiante, comenzó el rumor en el barrio de que "el chupacabras" había sido el causante de dicha muerte.
Todo muy lindo! El almacenero se hizo su buena venta, mi vieja se sintió orgullosa de haber expedido un consejo a su entender tan válido como productivo, el aprovechador de mi hermano puso un puestito de venta de duraznos y vende el atado de leña (que sacó de dicho árbol) 20 pesos, y los vecinos de la otra cuadra, al lado del campito, comieron asado por una semana… pero el desalojo no pudo ser efectuado.
El tenaz e indeseado bloqueador intestinal que usufructúa tan codiciada morada por otros bolos alimenticios ya procesados hace días, no se quiso retirar, es mas, parecía disfrutarlo, puesto que el malviviente sentía que dicho torrente lácteo era como una especie caudal proveniente de una especie de catarata que no lograba comprender en donde se había originado, pero que acariciaba su excrementado cuerpo y causaba una especie de acción exfoliante con los trocitos de durazno que le generaban una gran satisfacción.
No logré expulsarlo, solo generarle una estadía más confortable.
Opté por hacerle caso al siguiente consejo.
Mi primo Rodrigo, que es pediatra, me dijo que a los papás que van a su consulta porque sus hijos sufren de la misma "patología" que estoy sufriendo yo, además de recomendarles cierta dieta alimenticia y sugerirles que tomen un laxante natural llamado Pentolax, en los casos extremos suele recomendarles el uso de los supositorios de vaselina, mas vulgarmente llamado "velitas".
A pesar de mi ya nombrada desconfianza hacia los médicos, decidí hacerle caso, aunque sigo pensando que sus métodos artificialmente dañinos a mi entender, te curan de una dolencia y te ocasionan otra, y si lo vez de una manera poco humanitaria y mas "marketinera" está perfecto, ellos tienen que asegurarse que vas a volver, tu dolencia es su trabajo, tu enfermedad su negocio, y en todos los casos es igual, no es que tenga nada en particular solamente hacia los médicos, que sanitario te va a realizar un arreglo en un conducto de agua (y cobrarte un poquito mas barato) y no te va a dejar algún cañito (no el mismo que reparó) con alguna pérdida para que, el día de mañana, cuando la pared se te esté cayendo a pedazos por la humedad interna que tiene debido a la pérdida en un caño que se rompió, que no es el que el buen sanitario reparó, llames a tan generoso profesional que vino la vez pasada y que nos dijo que el trabajo saldría mas pero nos hizo una rebajita por ser tan buenos clientes; y de estos en cada área hay unos cuantos, citando las palabras de una mente envidiablemente imaginativa y creativa que considero un amigo: "ser un cagador no es cobrar mucho por tu trabajo, es cobrar barato por tu trabajo y hacerlo mal", esta el caso del propietario de una empresa fúnebre, es verdad, no hace nada para que la gente se muera (por ahora, porque no se le ocurrió nada legal), pero se alegra cuando el individuo pasa a mejor vida; que laboratorio en conjunto con el gobierno no ha creado el negocio perfecto, difundiendo la noticia de una nueva gripe o virus que, en sus comienzos es aparentemente letal, casi nos hacen creer que nos vamos a convertir en zombies, y pasado el tiempo que hicieron negocio con la nueva vacuna milagrosa que, oh casualidad, un laboratorio acaba de inventar, nadie habla mas del tema; u otros laboratorios, que crean la nueva pasta de dientes con micropartículas de pelotudeces, con el ingrediente activo con nombre bonito que contiene "plaquitex zt22" (que nadie sabe lo que es, pero suena bien) y te garantizan, no solo una completa y efectiva limpieza de cada una de las 32 piezas dentales (exceptuando los fans de los guachiturros, cuyas piezas se cuentan con los dedos de media mano), sino que te ofrecen la posibilidad de tener dientes mas blancos y brillantes, cuando en realidad lo que están haciendo para lograr ese blanco que ni el diente en su esencia misma lo tiene, y escudándose en que el aporte de flúor es lo que le da la blancura, es pulir el diente a tal punto que comienza, con el tiempo y el uso prolongado, a perder el esmalte que lo recubre, así, por un lado, el diente queda mas vulnerable a las caries y los dentistas tienen más trabajo, y por el otro, al perder el esmalte, la dolencia por sensibilidad en los dientes es mayor, y así poder venderte una nueva pasta dental que te cura de dicha dolencia, pasta dental que cuando éramos chicos no existía, no porque nadie hubiera tenido la capacidad mental para crearla, sino porque dicha dolencia no existía, hubo que crear la necesidad para poder ofrecer el producto… me fui por las ramas ¿no?... pues lo voy a seguir haciendo; ¿alguna vez escuchaste de algún psicólogo que le haya dicho a su paciente que esa fue la última sesión?... claro que no!, nunca un psicólogo te va a decir que estas "curado" porque se le termina el negocio, cuando no tengas más nada de que hablar, y sientas que te ha devuelto tu autoestima y tus problemas están solucionados, va a buscar algún episodio cotidiano de la vida de cualquier individuo mentalmente normal como en el que te has convertido, sírvase citar como ejemplo una diferencia de opiniones con tu pareja, que es tan leve que ni puede llamarse pelea, y la va a encausar y potenciar a tal punto, que vas a sentirte un egoísta de mierda por haberte olvidado los calzoncillos o la bombacha (según el caso, hombre, mujer, travesti u homosexual reprimido) colgados en la canilla de la ducha, y que tu pareja, con un respeto que asustaría, te lo hiciera notar; no importa, tu te molestaste y eso esta mal, es una muestra de desorden, y cuando uno es desordenado en su casa, es desordenado en su vida, y hay que buscar que es lo que está funcionando mal, y trabajar en ello, sino tu pareja se va a terminar cansando de esas actitudes y va a terminar dejándote… y ahí nomás ya te inculcó un popurrí de miedos e inseguridades que, le aseguran al "profesional", por los menos, seis o siete sesiones más.
Pero, ahora si, volviendo a mi primo Rodrigo, y como ya dije antes, a pesar de mi desconfianza hacia los métodos que provengan de un médico, con el riesgo de sufrir efectos secundarios, elegí hacerle caso.
Primero pensé, ¿que efectos secundarios podría tener la vaselina en el organismo? Ninguno.
Luego pensé, ¿Qué efectos secundarios podría tener introducirme un objeto cilíndrico por el trasero?... por miedo a la respuesta, no me contesté esa pregunta…
Le pedí a mi primo Rodrigo uno de esos supositorios mágicos que, según él, ayudarían que finalmente el desalojo extrajudicial se efectúe pacíficamente y sin contiendas.
Tomé coraje y… lo introduje.
El que se vio mas sorprendido fue el esfínter, porque no solo hacía días que no era visitado por nadie ni se había visto en la necesidad de dilatarse para nada, sino que, siempre había visto que los viajantes transiten en una dirección, jamás había visto que sucediera lo contrario… bue, borracho no cuenta…
Esperé y esperé resultados, pero nada sucedía.
Como hacía un mes que no iba al baño, cuando la "velita" llego a su destino y se encontró con el desobediente protagonista de este cuento, este último lo tomó como una demostración de afecto, "mi primer mes", se dijo, "como se acordó, en cualquier momento me manda el pastel"… en lugar de hacerle notar mi desacuerdo ante su excesiva y desmedida ocupación, cada vez lo dejaba mas conforme.
Otro método fallido, por eso recurrí a una persona carismática, desinteresada, bondadosa, cuyas vivencias y edad denotan experiencia y sabiduría… la abuela.
Fui a su casa y le plantee la interrogante en busca de esa respuesta que daría alivio a mi cuerpo, mi mente y mi alma… pero por sobre todas las cosas al primero sin duda alguna.
“– Mira mijito, te voy a decir una simpatía para que hagas, que ami me la enseñó mi mamá cuando tuve tu mismo problema debido a los nervios en las horas previas a mi fiesta de 15… la verdad es dicha, aunque en el momento mas inoportuno, pero funcionó… todos se vieron sorprendidos por lo innovador de mi vestido de quince color mostaza… en fin, lo que tenés que hacer primero es conseguir tres cosas: una flor de una tuna silvestre, tres hojas de eucalipto de una rama nueva y un trébol de cuatro hojas arrancado del lugar mas alto de Montevideo”… ante semejante disparate lo primero que me vino a la mente fue – pobre abuela, otra vez se confundió y usó el Algiflex en pomada como pasta de dientes… lo más seguro que si, y hasta vencido debía estar el Algiflex, porque continuó diciendo:
“ – Agarras los tres ingredientes, los colocas en una pelela…” y ahí nomás la interrumpí preguntando nuevamente en que recipiente me pidió que colocara los ingredientes, con la esperanza de encontrar algún indicio de Alzhéimer que justificara el aglomerado popurrí de pelotudeces incongruentes que la octogenaria estaba pronunciando sin ton ni son, como no haciéndose responsable de sus actos, y como si estos no fueran a perjudicar a nadie… pero no, no encontré ningún indicio de enfermedad, ni siquiera de locura; aunque hay que reconocer que ningún ser humano mentalmente sano puede sugerir colocar tres fragmentos que la naturaleza con tanto amor nos brinda, dentro de un recipiente con un destino y una finalidad tan cruel.
Pero la nona continuó diciendo:
“ – Si mijo, dentro de una pelela, y cuando tengas las tres cosas ahí, las prendes fuego y respiras 3 veces el humo que sale, y vas a ver que enseguida dejas el surco, derechito pal baño te vas”… si, yo pensé lo mismo que vos, que la abuela también había respirado de ese “humito” pero proveniente de una sola plantita y no de 3, sino no podría estar diciendo tanto disparate, pero, como la necesidad de bajar de peso me urgía, y no quemando grasas precisamente, opté por hacer caso a tan extraño pero quizás efectivo consejo.
¿Donde iba a conseguir una flor de una tuna silvestre?
Recordé que a un par de cuadras de casa, vive una señora ya entrada en años… bastante entrada en años, ya que afirma que era ella la que le alcanzaba las herramientas a Henry Ford mientras este construía el primer automóvil, y esta señora tiene en el fondo un sin fin de plantas exóticas, variadas y extrañas; seguro que ella tendría el primero de los tres ingredientes que la nona me sugirió, por lo que fui hasta la casa de tan añejo vejestorio.
Golpee varias veces la puerta y nada, no me escuchaba, y se que estaba adentro porque miré por la cerradura de la puerta y la vi sentada en su mecedora, con la falda llena de migas y mirando a Jorge Rial y su educativo programa, bien nuestro, que refleja nuestro cotidiano vivir, bien uruguayo, supongo yo, porque lo dan por “el canal uruguayo”…
A esta altura, en la que iba mas de cuatro semanas sin visitar cierto ambiente de mi casa, ya no contaba con la paciencia suficiente como para estar esperando que la anciana me atendiera, por lo que la desesperación me llevó a dirigirme hacia el muro lateral y treparme por este para ver si, por mis propios medios, podía ingresar a la casa por el fondo y conseguir tan ansiada flor de la tuna en cuestión. Lo primero que vi al asomar la cabeza por el muro hizo que me estremeciera, corrió un sudor frío por todo mi cuerpo, sentí pánico y horror a tal punto que me baje del muro de un salto… ¡había un duraznero!... opté por subir por otra parte del muro, tratando de no mirar hacia el endemoniado árbol; casualmente, cuando miro hacia abajo, supe que mi suerte había comenzado a cambiar… ¡una tuna (ni idea si era silvestre, a esta altura…) y estaba florecida! Comprendí que no hacía falta ni siquiera pasar para el otro lado del muro, estirándome un poco podría alcanzarla… luego comprendí que mi suerte seguía igual, porque justo salió la vecina al fondo y me vio, y comenzó a gritar “ladrón!, ladrón!”… unas ganas de gritarle “no, señora, esos están en el gobierno, yo solo quiero una flor de su tuna”, pero con lo sorda que era, sabía que no iba a conseguir que me entendiera.
La oportunidad era ahora, ya, no podía dejarla pasar, pensé, tengo que hacer un último esfuerzo, estirarme bastante, recoger la flor y rajar…
Llevo cinco horas detenido en investigaciones en la 19 hasta que explique y logren creer el porque de mi accionar, pero por lo menos el tiempo me pasó rápido y me olvidé por un rato de mis problemas, ya que ocupé todo este tiempo en sacarme una por una las espinas de la tuna que se habían clavado en todo mi cuerpo, pero el sacrificio valió la pena, porque logré conseguir la flor de la famosa tuna.
“A conseguir las tres hojas de la rama nueva de un eucaliptos” - me dije -.
A 5 cuadras de casa hay un campo baldío en el que abundan eucaliptos, así que hacia allí me dirigí.
Cuando llegue, pude notar que, desgraciadamente, las ramas mas nuevas del árbol estaban en la copa, y que ningún arbolito era, en altura, inferior a 30 metros, grandecitos los nenes, pero la imperiosa necesidad de sentir vacío mi intestino de una vez por todas hizo que no tomara en cuenta los riesgos de dicha hazaña, no me culpen, no es nada ilógico lo que estoy diciendo, mi cráneo paso de estar relleno de materia gris a estar repleto de materia fecal, porque a esta altura, hasta mi corazón bombeaba mierda, ¿cómo podes pretender que razone con claridad?; por lo que, sin contemplar los riesgos debido a que ni siquiera podía pensar en cuales eran, comencé a escalar el árbol rama por rama hasta llegar a la copa.
La tarea me resulto sencilla afortunadamente, y mientras contemplaba la vista y divisaba que tan pequeñas se veían las personas desde acá arriba, hasta me dio tiempo de meditar y pensar: si se llegaran a tirar desde acá arriba Pedrito, el mas guapo de todos los Jorges y algún que otro propietario de una bemba, ¿quien se salvaría?... la pregunta vino inmediatamente a mi mente: ¡todos los uruguayos!, y mientras filosofaba en las alturas, experiencia nueva para mi por cierto, no había advertido que mi pie se había metido en un panal de camoatí, pequeño como la capacidad de razonamiento de un funcionario público (este año es bisiesto así que tienen fin de mes para festejar), pero con avispas tan furiosas como Tinelli después de perder un punto de rating, y como no iban a estar furiosas si le metí mi 43 dentro de su morada, es como que el propietario de la casa que fue destruida cuando una conductora de bus se metiera con vehículo y todo dentro de su casa, al bajar esta para intentar disculparse, le dijera: “ - ¡no mija, no se haga problema, si de todos modos la casa tenía pila de reformas para hacerle, hace tiempo que esa pared no me gustaba, estaba llena de humedad ¿vio?”… claro que no, lo primero que le debe haber dicho, muy seguramente es: “ ¡Mujer tenías que ser! ¿Dónde sacaste la libreta?...¿Por teléfono?”, y un montón de elogios mas que seguramente su primitiva y solitaria neurona no le hubiera permitido comprender… en fin, las tres hojas las conseguí… y conseguí también una linda sala de hospital en la que estuve internado con el diagnóstico “asombrosa y absurda acumulación de picaduras de insecto por cm2 de piel”, sala que era compartida entre un tuberculoso que tosía toda la noche, una vieja que no se que sería lo que tenía enfermo pero seguro que la lengua no era porque no paraba de hablar ni siquiera para respirar, y un vagabundo treintañero que parecía estar sano, salvo sus pies que parecían sufrir alguna clase de amnesia, ya que habían olvidado lavarse hacía mucho tiempo ya a juzgar por la tonalidad entre verdosa y amarillenta, y la barra brava de moscas que los seguían a todos lados cada vez que estos se movían de posición.
Una vez que me dieron de alta, decidí encaminarme hacia el lugar más alto de Montevideo en el que podría encontrar un trébol de cuatro hojas… el cerro de Montevideo.
Estuvo lindo el paseo, la tarde estaba hermosa, corría un brisa agradable, aunque a la vuelta sentí un poco mas de frío, no se si sería porque el sol había bajado un poco o porque venía bajando el cerro en pelotas después de que me agarraran entre 5 negros, me robaran todo y me dejaran sano solamente el tujes y el trébol de cuatro hojas… bueno, solo el segundo… ¡pero conseguí el ingrediente final!
Ya con los tres ingredientes en mano, le afané la chata al abuelo (porque pelela no encontré), conseguí un encendedor, prendí fuego los ingredientes y una vez que estos se apagaron, inhalé el humo que de ellos provenía, tal como la sabia abuela dijo…
La atención médica con inhaladores me la tuvo que dar mi vieja en casa, ya que en el hospital no me dejaron ingresar nuevamente y decía en el acta de mi historia clínica: “omisión de asistencia justificada e imposibilidad de internación por pelotudo. Derívese de urgencia a Millán 2515. Individuo con riesgo de atentar contra su propia vida y de incentivar y conducir a mentes sanas hacia la estupidez extrema”… mi vieja me escondió en el ropero hasta que unos señores que vendían unos chalecos blancos dejaron de buscarme, seguramente, por lo blanco inmaculado de los chalecos, querían hacer la prueba del blanco Nevex conmigo, no entiendo porque mi vieja no me dejo participar… en fin, lo desgraciadamente importante es que, por mas remedio casero que probé, el cilíndrico amiguito sigue adherido con uñas y dientes (si es que los tuviera) a mi intestino, y nada parece hacerlo cambiar de opinión, por eso, como dije al comienzo de este relato, a pesar de mi desconfianza hacia los médicos, y habiendo probado de todo, esta vez sí, indefectiblemente, necesitaba la ayuda de un profesional.
Me dirigí nuevamente hacia el hospital… disfrazado para que no me reconocieran y me hicieran la prueba del blanco Nevex, y con una cédula falsa, tanto como la sonrisa de Mirtha.
Después de una larga espera que logró crear un estado de somnolencia hasta en el decorador de interiores que había en mi, me atendieron… bueno, nos atendieron, porque casi era mi amigo por todos los momentos que compartimos juntos.
Me recetaron un blister de pastillas que no demoré en solicitar en farmacia, y en la desesperación de una pronta solución, opté por darle uso de inmediato, no sin antes leer el prospecto, por supuesto, si ya había esperado tanto, podía esperar un poco más, y este decía: “…este producto contiene 5mg de bla, bla, bla… presentaciones en pastillas, gotas, bla, bla, bla … laboratorio no se responsabiliza bla, bla, bla… efectos secundarios, esterilidad, problemas con el habla y la motricidad bla, bla, bla… ¡acá está!, posología: adultos, una pastilla cada 6…” y en ese lugar el prospecto tenía un defecto de impresión que no dejaba ver la unidad de medida de tiempo… te podrás imaginar que mi paciencia y mi tolerancia habían llegado a un límite en el cual no estaba dispuesto, ahora sí, a esperar ni un minuto más… un minuto pasa volando, pensé, andá y averiguá en la farmacia cual es el tiempo que hay que esperar entre la ingesta de una pastilla y otra, pero no, no quería perder más tiempo, y decidí, ante la duda, elegir la unidad de tiempo más pequeña posible en este caso… el minuto.
Y así lo hice, me puse cómodo en la sala de espera y, sabiendo que la solución ya estaba próxima, comencé a ingerir un laxante cada 6 minutos hasta terminar el blister de 20 pastillas, mientras disfrutaba viendo episodios de Alf en el Nickelodeon.
Debido a que me fascinaba esta serie ya desde chico y lo sigue haciendo aún después de grande, cada minuto de espera parecía un segundo, y me llevó a pensar en la relatividad del tiempo: “como un minuto puede parecer un segundo cuando uno disfruta” pensaba en voz alta mientras ingería la última de las 20 pastillas del blister… en ese momento, la relatividad del tiempo estaba a punto de dar un giro de 180º en cuanto a lo que hasta ese entonces creía pensar sobre la duración de un minuto…
Estaba ganando la batalla, sentía como las pastillitas surtían efecto y estaban logrando por fin el tan ansiado desalojo… solo que el residente pareciera que le urgiera irse rápidamente de la morada, al punto que no tenía la certeza si iba a llegar a tiempo para prepararle su siguiente hotel definitivo… corrí rápidamente hacia el baño más próximo del sanatorio… cerrado con un cartel afuera que decía “fuera de servicio”… a esta altura los códigos secretos de la apertura del portal de Star Gate ya estaban descifrados hace rato, y la tortuga discapacitada con artrosis había logrado atravesar de punta a punta la muralla china, por eso era el desconcierto, tanto del esfínter como del desalojado individuo, ¿qué estaba esperando?... seguí corriendo hasta el próximo y último baño del hospital, pero al llegar estaba ocupado, y al golpear la puerta, una voz desde adentro me dijo: “¡un minuto!”… ahí comencé a comprender que la relatividad del tiempo iba en los dos sentidos, que un minuto no dura lo mismo cuando estas disfrutando que cuando no, que un tango puede decirte que 20 años no es nada y sin embargo un minuto puede llegar a ser un siglo… y llegue a la conclusión de, que tan largo puede ser un minuto dependerá de que lado de la puerta te encuentres, y yo en estos momentos estaba del lado equivocado, del lado en el que un minuto son cien años… la puerta del baño pareció abrirse, una sonrisa de satisfacción se dibujó en mi rostro y… me desperté… saqué las sábanas que pasaron de blancas a ocre y las puse en el lavarropas, puse a ventilar el colchón, me di un baño y juré nunca más cometer la locura de tomarme un café con leche como cena y una naranja de postre antes de acostarme…
Otros cuentos de humor que seguro que te gustan:
- Una historia sorprendente
- Todo lo indicaba
- Como las piernas de messi
- La ultima chela del desierto
- Definición de amor.
¿Te ha gustado este cuento? Deja tu comentario más abajo
(Nota: Para poder dejar tu comentario debes estar registrado.Todavía no lo estás? Hazlo en un minuto aquí)
Últimos comentarios sobre este cuento
Nombre: Rubén
Comentario: Bueno, entretenido, pero un poco extendido.
Fecha: 2016-10-15 13:57:33
Nombre: Amanda Norma Ro
Comentario: Me resultó entreverado, con muy mala puntuación. Poca claridad para señálar los momentos del cuento, en fin: Feo