Escuche cuando cerrabas la puerta de entrada, las primeras pisadas, ese olor a tabaco que emanaba tu pipa, no podías evitar que ese aroma viajara por el pasillo para llegar a mis narices, me confirmaba aun más que estabas presente. Como me hubiese gustado correr a saludarte, pero… tengo miedo a que me retes. Yo se que soy pequeño, pero no tanto para comprenderte. Desde que murió mama tu vida cambio, y dejaste de lado muchas cosas, se te dio por salir a la calle en forma desmedida, quizás para consolarte, vaya a saber que tiene que surgir para que te resignes en la vida, como lo hice yo. No me tuviste en cuenta, pensaste que poner a esa mujer por hora suplantaría a mama simplemente me prepara la comida y al rato me acompaña a la habitación y nada mas, se ve que no tiene vocación de madre, su frialdad y su indiferencia lo ponía en manifiesto, mirando el reloj. Ni bien se iba me quedaba solito en esa solitaria habitación. Pasaban las horas esperándote, sabia de memoria los detalles del techo los defectos de la pared, esas imágenes de la sombra que colaboraba a tener mas miedo, el silencio se hacia cómplice. Que ahí si tengo algo de madurez para decirte- ¡papa! ¡Reacciona!, la vida continua y estoy yo ¡papa!
Escuche cuando cerrabas la puerta de entrada, las primeras pisadas, ese olor a tabaco que emanaba tu pipa, no podías evitar que ese aroma viajara por el pasillo para llegar a mis narices, me confirmaba aun más que estabas presente. Como me hubiese gustado correr a saludarte, pero… tengo miedo a que me retes. Yo se que soy pequeño, pero no tanto para comprenderte. Desde que murió mama tu vida cambio, y dejaste de lado muchas cosas, se te dio por salir a la calle en forma desmedida, quizás para consolarte, vaya a saber que tiene que surgir para que te resignes en la vida, como lo hice yo. No me tuviste en cuenta, pensaste que poner a esa mujer por hora suplantaría a mama simplemente me prepara la comida y al rato me acompaña a la habitación y nada mas, se ve que no tiene vocación de madre, su frialdad y su indiferencia lo ponía en manifiesto, mirando el reloj. Ni bien se iba me quedaba solito en esa solitaria habitación. Pasaban las horas esperándote, sabia de memoria los detalles del techo los defectos de la pared, esas imágenes de la sombra que colaboraba a tener mas miedo, el silencio se hacia cómplice. Que ahí si tengo algo de madurez para decirte- ¡papa! ¡Reacciona!, la vida continua y estoy yo ¡papa!
//alex
Cuento publicado el 19 de Marzo de 2012
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