El vecino silencioso
Autor: Carmen Batanero
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Apareció en nuestra calle hace algunos años. Llegó asustado, huidizo, temeroso de la gente, con el miedo del que viene de muy lejos y no conoce las costumbres del lugar. Pronto se adaptó a su nuevo entorno, a compartir con nosotros tardes de limonada, juegos de cartas y chismorreos.
Vive en una casa abandonada, destartalada y sin puertas, solo, con la única compañía de un gato de porcelana que dormita sobre un viejo piano al fondo del salón. En las tardes de verano se tumba, perezoso, a la sombra de la vieja higuera que hay en el patio y se queda pensativo, contemplando a los gorriones que revolotean alegres. Cuando los niños de la calle pasan a verle se le iluminala mirada. Nada le place más que jugar a la pelota con ellos.
Alonso es mi vecino y al pasar junto a mi puerta levanta la cabeza como buscándome y le saludo tranquilo desde el alféizar de mi ventana, mientras me afeito, haciéndole un guiño. Es nuestra forma de entendernos, con gestos, porque las palabras nos son vetadas. Yo ya tengo muchos años y pocos dientes y si algunas mañanas de domingo, a escondidas de su madre, mi hija Julia me prepara unos torreznos, él me mira babeando mientras como en el patio de mi casa, esperando recoger algún trocico que distraídamente le pongo en un plato.
Mis piernas no son las de antaño y no puedo seguirle cuando voy hacia el quiosco a comprar una revista. Es entonces que se sienta, unos pasos más allá, a esperar pacientemente. Y me mira y en sus brillantes ojos percibo la resignación del que aguarda porque se sabe más fuerte.
Alonso es mi vecino y el vecino de Milagros. Todos los martes, a las cinco, la acompaña, silencioso, hasta la parada del autobús, repitiendo semana tras semana el mismo ritual. Ella sale de su casa con un hato de ropa para entregar y cierra la puerta con tres vueltas de llave. Es modista, de las de antes, de esas que te enseñan el revés del vestido para que veas que es impecable, porque no le importa el tiempo que tarda en acabar una prenda, sino que el resultado sea perfecto. Tiene una academia en el salón de su casa con cinco alumnas, más interesadas en los comadreos del barrio que en aprender corte y confección. Es morena, con buen cuerpo y bien garbosa y a sus cincuenta y cuatro años todavía sueña con encontrar un hombre refinado que la lleve al altar. También vive sola desde que murió su madre. Come sola, duerme sola, sueña sola, pero no se siente sola, porque Alonso es su amigo.
Alonso es mi vecino y el vecino de Sebastián, al que espera a menudo en la puerta de la taberna de Pepe, porque sabe que a eso de las nueve, el viejo cascarrabias sale tambaleándose, incapaz de encontrar el camino de vuelta a su casa. Y escucha con paciencia sus exabruptos, sin entender una palabra. Y aunque no sabe interpretar esos cambios violentos en el ánimo del hombre, agacha resignado la cabeza, esperando recibir el golpe seco que el viejo le propina, en un vano intento de mitigar la rabia que le consume día a día, desde que supo lo de su enfermedad. Algunos días de fiesta Sebastián y yo compartimos unos vinos y juntos nos reímos de nuestros años mozos, recordando fechorías y juergas ingenuas, compartidas o vividas. Y en ese momento se vuelve silente y en su rostro aparece una mueca de tristeza, tal vez recordando a su difunta esposa, o a su hijo, que marchó a hacer las Américas hace muchos años ya.
Alonso es mi vecino y el de la señora Irene-la panadera-, del señor Mariano -el frutero- de Carlos -el carnicero-… de todos y cada uno de los comerciantes del barrio. A media mañana suele dar un garbeo por las tiendas, convencido de que algo caerá. Muy ufano se pasea entre las comadres que aguardan su turno, mientras comentan los últimos cotilleos de la calle. Unas veces es una magdalena del día anterior, otras una zanahoria, o un pedazo de carne con hueso, mas nunca se queda en ayunas. Cuando llega a la bodega se sienta ceremonioso ante la puerta. Allí no hay nada que comer, pero Pepe, el tabernero, siempre tiene una caricia para él.
Alonso es nuestro perro, pero él no lo sabe. Es leal, buen compañero, de mirada tierna y andar altivo. No tiene pedigrí, es callejero, aunque por su porte se diría emparentado con un buen perro de raza.
Los domingos bien temprano se acerca a la churrería a esperar pacientemente a que lleguen los asiduos y ceremonioso rodea a Manolo mientras sirve desayunos, porque intuye que algún churro caerá.
Nadie puede resistirse a su encanto, ni siquiera “el Cordobés”, que regenta el puesto de golosinas y a pulso se ganó la fama de ser un “esaborío”. Él, que detesta los chuchos, aguarda con alegría sus visitas esporádicas.
Alonso es el compañero de juego de los niños. Con ellos comparte correrías de bicis, tardes de fútbol, lecturas, aguinaldos, teatrillos y tantas y tantas cosas… Es el árbitro en peleas, el sheriff jugando a indios, la mascota que orgullosos exhiben cuando se van a echar un partido con los chicos de la calle de abajo, cuyo perro es un “donlanas” que renquea y no puede competir en astucia, inteligencia y porte con el nuestro.
Cuando algún desconocido le persigue y le amedrenta, él le gruñe o le sortea. Y molesto se aleja hacia su casa, a tumbarse en la gastada alfombra que hace las veces de cama. Allí se queda un buen rato y se lame su tristeza sin llorar. Porque no entiende ni sabe de maldad.
Alonso es nuestro vecino
y nuestro amigo,
el de todos,
pero él no lo sabe
porque no tiene conciencia ni puede razonar.
Y tampoco sabe que le queda poco tiempo,
que su estancia entre nosotros
está a punto de acabar.
Cuando su risa termine y su cola no se agite
se marchará con el viento
en pos de la libertad.
De estrellas será su casa
y a la sombra de una higuera plateada,
perezoso y pensativo
nuestro perro dormirá.
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Últimos comentarios sobre este cuento
Nombre: (aabad62)Cèsar
Comentario: La candidez y lirismo de tu cuento me hizo recordar a nuestro excelso poeta venezolano Aquiles Nazoa.
"Habìa una vez un caballo que era bien bonito"
Excelente. Gracias.
Cèsar Muñoz.
Fecha: 2012-05-19 05:35:03
Nombre: Tomi
Comentario: ¿Qué decirte Carmen? Que me ha encantado, una historia maravillosa y mejor escrita. ¿No podrÃa haber un "10" en la puntuación? Se lo darÃa sin dudarlo. Muchos besos.
Fecha: 2012-05-18 22:20:56
Nombre: Rogelio
Comentario: Carmen:
felicitaciones por la enseñanza del cuento esta buenaza.
saludos
Rogel
Fecha: 2012-05-18 12:35:34
Nombre: Rafael Garcia
Comentario: Excelente tema, desarrollo, lenguaje, Felicidades.
Fecha: 2012-05-18 09:43:34
Nombre: Martha Susana
Comentario: me gustan mucho los cuentos con animalitos, (mas aun si son perros) el tuyo esta muy bien contado, y ni que decirte del poema final!felicitaciones!