Oye como se acerca el tren apoyada en la pared, indiferente al resto de la gente que se agolpa en el andén. Sus ojos verdes no fijan la mirada en nada en concreto, ni realmente hay nada que capte la atención a su alrededor.
El calor de la hora punta empieza a marearla, un sudor frío empapa su frente y la mochila se clava en el suelo mientras cae como una marioneta rota, ya no puede más. No es consciente del jaleo que se forma a su alrededor, alguien moja su frente y nota el agua como se desliza hacia su cuello mientras el mundo vuelve a desaparecer de su vista.
Hace tiempo que decidió matarse poco a poco, busco ver su felicidad reflejada en mí, estaba segura que en algún momento yo se la mostraría. Marta quería ser maravillosa desde la talla 36, creía que enfundarse en esos pantalones, le abriría las puertas de su autoestima, que los que la rodeaban la querrían mas, pero se dio cuenta que no era suficiente.
Fue bajando de peso, esperando que yo le mostrara por fin la felicidad que estaba buscando. Por el contrario sus fuerzas le fueron fallando, su cuerpo decidió abandonarla en esa búsqueda y la angustia paso a invadirla siempre que miraba su reflejo.
Me dijo que notaba la mirada de la gente por la calle y que tenia la sensación que traspasaba su ropa y que descubrían todas sus debilidades. Yo la esperaba en todas las esquinas, intentando devolverle en los escaparates, la imagen que ella deseaba, esa seguridad que nunca alcanzaba ver reflejada.
Ahora desde la habitación del hospital, la miro de reojo desde el baño y tengo miedo que se levante y venga a mirarse, porque no tengo nada que ofrecerle, ya que busca algo en mí que no puedo devolverle.
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Últimos comentarios sobre este cuento
Nombre: gabi
Comentario: Me ha gustado mucho este cuento. soy una ferviente lectora de la mayorÃa de las obras literarias que esten a mi alcance. Los felicito por la publicación de este cuento.Si no hay inconvenientes de su parte me gustarÃa saber si deseo trabajar con este cuento ¿Puedo hacerlo? saludo atentamente.
Gabi